El expresidente Leonel Fernández consideró ayer que la antorcha del liderazgo no se arrebata, sino que se transfiere siempre. Hizo la afirmación al dictar la conferencia “Liderazgo y poder” en la gobernación de San Cristóbal, en la que extrapoló la figura de Moisés para comparar sus cualidades con líderes del mundo moderno.
Fernández, que fue esperado por una gran multitud que lo ovacionó en varias ocasiones, enumeró algunas de las condiciones que debe tener una persona considerada líder, pero dejó claro que no es un líder aquel que dice serlo. “Un buen liderazgo deja, aun después de la desaparición física del líder, los cimientos para que esa sociedad se siga desarrollando y surjan otros líderes. De lo que se trata es de garantizar la sucesión; por eso la antorcha no se arrebata, se transfiere siempre”, afirmó.
Consideró que hay una relación del líder con la sociedad y del líder con su grupo y que los conflictos son inevitables. “En el centro de todo eso hay lo que se llama el conflicto. Al final, la lucha política, que es el tema del poder, es un tema de conflictos y el líder tiene que aprender a gerenciar el conflicto, aprender a sobrevivir en medio del combate porque esa es la naturaleza de la lucha por el poder.