Leonel: ¿Bosch o Balaguer?

Leonel: ¿Bosch o Balaguer?

El centenario de Juan Bosch ha desatado la exhalación del líder. El presidente Leonel Fernández, después de haberse regocijado en la comparación con Joaquín Balaguer, ha declarado ahora, según reportó la prensa, que hoy día el presidente de la República Dominicana es Juan Bosch.

Inverosímil, porque el gobierno actual no aprobaría con honores un examen sobre los principios elementales del boschismo: honestidad, eficiencia y justicia social.

Las  críticas no hay que hacerla ni siquiera desde fuera del gobierno; los mismos peledeístas, incluido el Presidente, dicen que en el gobierno hay corrupción, desorganización, y no hay dinero para invertir más en salud y educación.

Entonces, ¿cómo es que hoy día el presidente es Juan Bosch?

Bosch fue derrocado en 1963 porque los sectores conservadores se opusieron al proyecto democrático-liberal. Paradójicamente, hoy día sectores claves que sustentan el gobierno peledeísta provienen de los grupos que animaron el golpe de Estado.

El proyecto de Bosch de gestar un Estado de principios laicistas democráticos, comprometido con la defensa de los derechos ciudadanos y la justicia social, no fue del agrado de las élites. Lo tumbaron y su proscripción gubernamental fue eterna.

En los 12 años de Balaguer no hubo condiciones para competir democráticamente y Bosch decidió abandonar el camino electoral. Fundó el PLD en un entuerto de marxismo boschista para sobreponerse a las adversidades del momento.

La  férrea ética bochista mantuvo en constante alineación a los discípulos, mientras los círculos de estudios fueron cuna para mantener la pequeña burguesía peledeísta centrada en la lectura y la reflexión.

Así Bosch mantuvo sus seguidores enfocados en propósitos loables y alejados de los vicios partidarios. Ese modelo de control dejó sus frutos al líder: gestó una estructura partidaria dócil en base a principios.

Como resultado, en el PLD las disidencias no afloraban con facilidad, y si se producían, eran sancionadas. El objetivo era crear un partido de militantes con formación y capacidad de servir, sin turbulencias ni disonancia.

Luego en 1990, cuando el PLD se consolidó electoramente, Balaguer aniquiló las expectativas de un retorno de Bosch al poder. Pero con una significativa representación legislativa, el PLD comenzó a girar a la derecha para ganar espacios de poder en el Congreso con ayuda reformista.

El apoyo de Balaguer a la candidatura de Leonel Fernández en 1996, acercó más la cúpula peledeísta al viejo caudillo, y muerto Balaguer, el proceso de absorción reformista fue pilar de la estrategia de crecimiento electoral peledeísta.

Por su parte, la élite conservadora dominicana se propuso amoldar el peledeísmo a sus propósitos, y los peledeístas en el poder calcularon que sin el apoyo de segmentos importantes de la élite tradicional dominicana, la tarea de gobernar se haría más difícil.

Con el objetivo de ascender rápidamente y afianzarse en el poder, los dirigentes peledeístas asumieron las diversas prácticas clientelistas que han predominado históricamente en el Estado, de donde también se nutren los distintos segmentos de la élite dominicana.

Peor aún, el gobierno peledeísta sirve ahora de comodín ideológico a la derecha más retrógrada como evidencia la reforma constitucional.

Sorprende pues la enunciación de Leonel Fernández de que hoy día el Presidente es Juan Bosch.

A pesar del panorama decadente, podríamos ser optimistas momentáneamente, y asumir en sentido figurativo positivo la declaración del presidente Fernández.

Quizás la celebración del centenario embriague a los peledeístas y haga nacer el boschismo en el gobierno para que, en vez de seguir girando a la derecha como ha sido la tendencia en las últimas dos décadas, el PLD impulse un proyecto de profunda raíz democrática, que el país espera con decepciones acumuladas desde 1961.

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