Leonel con la estrella de Balaguer

<p>Leonel con la estrella de Balaguer</p>

SUCRE VASQUEZ
La República Dominicana es, ahora mismo, el lugar preferido de millonarios, artistas, personalidades de fama mundial y más de tres millones de turistas de Norteamérica y Europa que van a vacacionar año tras año en busca del solaz, el esparcimiento, que ofrece el cálido sol dominicano, las hermosas playas, pero sobre todo la calidez humana de estos caribeños mestizos, negros, alegres y despiertos.

El crecimiento de la macroeconomía dominicana es de un 11 por ciento, unos de los índices más elevados del mundo, pero la república caribeña, que comparte (con dos tercios) la isla Hispaniola con Haití enfrenta una gran encrucijada en el orden interno: su presidente Leonel Fernández, que procede del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), de orientación marxista en sus inicios cuando fuera fundado por el profesor Juan Bosch en 1973, ha podido concitar, sin embargo, el apoyo de los más importantes sectores conservadores, empresariales y profesionales, tiene que resolver, de forma apremiante, una escalada criminal que golpea al país, la inflación galopante y el desafío de su inmiente reelección en el 2008, que lo enfrenta políticante con su otrora hombre de confianza, Danilo Medina, que era una especie de superministro de su Gobierno hasta diciembre pasado.

El crecimiento económico dominicano, que se había mantenido a niveles impresionantes (por encima del 8%, como promedio) durante más de una década, sufrió una caída abrupta en el 2002, a mitad del período del ex presidente Hipólito Mejía, cuando rondaba en -3 y el país se debatía en una profunda crisis financiera a consecuencia de un colosal fraude bancario mediante el cual se evaporaron, como por arte de magia, más de 2,000 millones de dólares. El gobierno de Mejía accedió a pagar los platos rotos de la gran estafa, lo que devino en una caída en barrena del peso dominicano que llegó a cotizarse a 52 por dólar, con una inflación cercana al 20 por ciento y los intereses bancarios por encima del 50%, manteniéndose ese escenario hasta agosto del 2004.

Entonces, el 16 de agosto el presidente Fernández asume la Presidencia, tras ser electo por segunda ocasión (la primera fue 1996, derrotando al extinto líder socialdemócrata doctor José Francisco Peña Gómez) en los sufragios del 16 de mayo de ese año. Antes de los 30 días en Presidencia dominicana, Fernández logra que el peso se aprecie hasta llegar a 30 por dólar y los intereses bajan a un 30 por ciento (promedio) hasta llegar a la tasa de un 23% presente.

Aunque el doctor Fernández, como el propio Balaguer, sólo insinúa que busca la reelección, sin expresarlo abiertamente, se da por hecho que, a último momento, en la mejor tradición balaguerista, dirá que las circunstancias exigen que permanezca por un segundo período, que es permitido por la Constitución dominicana. Sin embargo, la maquinaria reeleccionista del doctor Fernández ya está en marcha, aplanando el camino.

El primer grito reeleccionista se dio en Puerto Rico por parte del Frente Independiente Leonel Al Poder (FILA) en el verano pasado, entidad que agrupa a simpatizantes provenientes de otros partidos políticos, pero que simpatizan con el presidente Fernández. Esta entidad es motorizada por el economista Vicente Bengoa, secretario de Hacienda y zar financiero del presidente Fernández.

Así las cosas, se da por sentado que Leonel se va imponer sobre Medina como candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y derrote, en el 2008, al ingeniero Miguel Vargas Maldonado, joven y multimillonario, que personifica una nueva imagen en el poderoso Partido Revolucionario Dominicano (PRD), pero que arrastra el lastre, el anatema, que fuera la administración de Mejía, en la cual se desempeñó como secretario de Obras Públicas. El presidente Fernández ha podido mantener, tras dos años de administración, índices cercanos a un 60 por ciento de aprobación del electorado dominicano. El expediente de Fernández y el aura de modernidad que reviste a Vargas Maldonado avalan los pronósticos de que para vencer al candidato del legendario PRD sólo hay una carta que vale: el presidente Fernández. «Si es Danilo Medina el candidato, gana Vargas Maldonado», dicen dirigentes del PLD para justificar la reelección de Fernández.

Mientras, el doctor Fernández persiste en echar hacia adelante con su obra predicada en el progreso material de la República Dominicana, como es la obra faraónica del Metro de Santo Domingo, que permitirá el rápido y barato tránsito de norte a sur de la capital dominicana, en medio de duras críticas, como enfrentara el doctor Balaguer con sus grandes avenidas que hoy son una bendición. Parece que Fernández, un intelectual estudioso y taciturno como el viejo caudillo, tiene sentido de la historia y va más allá de la inmediatez y de las soluciones perentorias, pensando a largo plazo.

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