Leonel confirma las razones de Danilo

<P>Leonel confirma las razones de Danilo</P>

MELVIN MATTHEWS
Que la vocación reeleccionista del presidente Leonel  Fernández supera la de su antecesor Hipólito Mejía, no amerita discusión. Es tan legal y legítima como la de aquel, pero si la enfocáramos únicamente sobre los hechos recientes, este gobernante sobrepasa en agresividad, temeridad y ausencia de escrúpulos al malogrado proyecto reeleccionista emprendido por el calumniado líder del PPH.

 La realidad apunta hacia una situación incontrovertible: Fernández pretende reelegirse a las malas, reviviendo antiguas prácticas retardatarias totalmente antidemocráticas e inmorales, las cuales atentan contra el sistema de partidos y pervierten el ejercicio público, sin importarle los riesgos a la gobernabilidad.

El fin justifica los medios, parece ser la consigna que guía la estrategia del actual monarca. Una consigna que se patentiza en los nombramientos que acaba de realizar el presidente candidato, subiendo al tren gubernamental a opositores sonsacados y grupos minoritarios que, periódicamente, venden sus lealtades con la misma facilidad y desparpajo que la prostituta se deshace de sus prendas íntimas ante el adinerado oferente.

En lugar de satisfacer las aspiraciones legítimas de la opinión pública sensata, que clama por el remozamiento del gabinete para relanzar políticas públicas deficientes y expectativas incumplidas, el mandatario incorporó la carroña clientelar de sicofantes y aduladores, capaces de devorar el presupuesto de la nación para fomentar su reelección que, según las encuestas, más de la mitad del electorado rechaza.

Fernández induce la traición partidaria desde el Palacio Nacional, mediante la compra de conciencias, ofreciendo prebendas y canonjías a tránsfugas dispuestos a venderse, una práctica corrupta que afecta la integridad de los partidos, reduce los espacios ganados en buena lid y daña irremisiblemente la convivencia política.

La lección es sencilla. Estamos frente a un mandatario dispuesto a cualquier aventura; no solo la de pagar la deslealtad entre sus rivales, sino como «el fin justifica los medios», y si las encuestas siguen perjudicándolo como hasta ahora, no vacilará un instante en ir más allá, e intentará arrodillar al tribunal de elecciones, a la oposición y a la sociedad civil, para montar un fraude colosal apoyándose en el caciquismo militar, el chantaje y la intimidación para permanecer en el poder.

Como quien parodia el título de la novela de Stephen Alexis  «En un abrir y cerrar de ojos», Fernández acaba de confirmar las razones esgrimidas por Danilo Medina, su rival en las primarias de abril pasado dentro del oficialista PLD, quien hasta ahora se ha negado a felicitar al mandatario, porque éste lo venció apelando al uso inescrupuloso de los recursos del Estado.

Poco tiempo ha transcurrido desde la convención peledeísta que, sombreado de prácticas dudosas, lo escogió candidato a reelección, y ya el Presidente confirma las razones de Medina, procura desmembrar a la oposición y comienza a dar muestras inequívocas de que, en sus manos, al PLD de Juan Bosch se le han agotado los temas y que él puede gobernar con cuantas inmundicias recoja del estercolero nacional para suplir la ausencia del disidente Medina y frenar el avance de la candidatura presidencial de Miguel Vargas Maldonado.

Por ende, rechaza someterse al reglamento de competencia igualitaria que propugna el tribunal electoral y se niega a firmar un nuevo acuerdo con el FMI, capaz de controlar su desenfrenada vocación al derroche de los fondos del Estado. La espantosa ola de decretos, designando «botellas» de toda laya, expone al gobernante inescrupuloso, que presintiendo la inminente derrota, acude al basurero nacional a buscar las sabandijas, hienas, sapos y cacatas de la política, «busca-vidas» descartados por sus pares, para repartir entre ellos las responsabilidades de su segura caída. Un asalto a la institucionalidad.

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