Leonel: el que supo esperar

Leonel: el que supo esperar

Una vez,  como para que quedara  en la memoria de todos , dijo a un grupo de amigos: mi  nombre es Leonel Fernández, hijo de una Patria buena, noble, engañada. Vengo de un barrio pobre y sé como duele el dolor de su pueblo. Conozco el grito de la desesperanza y el canto reprimido de la gente merecedora de vivir en un país diferente. Hoy, la vida misma me ha colocado en el mismo trayecto del sol y,  a mi patria dolorida, voy a cuidarle la vida. Para eso quiero ser Presidente de la República…

           Así, más o menos, se expresó, en una reunión con miembros  de su partido  después de ser escogido  por primera vez candidato a Presidente en 1996.

El  joven de  Villa Juana  iría flanqueado   hacia el Palacio Nacional por dos de los más importantes líderes  políticos que ha tenido este país en los últimos años: Juan Bosch  de su PLD y Joaquín Balaguer del  PRSC, una sorprendente y   jamás soñada alianza entre dos líderes muy antagónicos, cuasi enemigos. 

De ahí en adelante el aprendiz de Presidente,  ya en su despacho,  en el Palacio, me dijo el 7 de marzo de 1996   que sólo necesitaba un año para dominar los vericuetos de la política y de la forma de gobernar que había soñado y la que ofertó a quienes con el voto depositaron su confianza en él para el cambio que necesitaba el país. “Me siento –dijo- como el padre de todos los ciudadanos.” De ahí en adelante, todo es historia. Se había metido al país en un bolsillo…No necesitó más apoyo, para volver a  lograr su propósito”.

    Cierta vez dijo: “no me considero ser el  peledeista de mayores méritos,  ni el más capaz, ni el más militante, ni el más patriota.

Si he sido, finalmente, seleccionado para encabezar esta cruzada electoral, (se refería a los comicios en que participó por primera vez como candidato), es simple y llanamente porque se ha generalizado la percepción de que conmigo se va  finalmente hacia  al poder. Para eso quiero ser Presidente de la República”.

          El humanista español Ortega y Gasset dijo que todos somos objeto del destino y que el hombre es un sujeto de las circunstancias. O sea, somos sujetos y objetos de una suerte que nos marcará por siempre.               

Hablando para un amplio grupo de gente de su barrio, Villa Juana, organizado por el suscrito, en la Plaza de la Cultura en 1997, manifestó que la suerte de haber sido electo presidente de la República “pudo haber caído en cualquiera de ustedes”.

Leonel en Villa Juana

Ya Leonel en el país y en Villa Juana, una noche de junio del año 1968, conversando yo con el siempre recordado y querido don Juan Heredia, tronco de la familia Heredia Corporán, padre de Leo, Chiqui, y José, se acercó Leonel y fue testigo  de un diálogo que sosteníamos sobre el líder inglés  Winston Churchill. Eso lo impactó de tal forma que lo hizo meterse en la política, algo que nos atribuye.

Su gran amigo Jimmy Sierra, de quien Leonel hereda la profesión de abogado, habló de que el hoy Presidente de la República quería ingresar al Partido Comunista Dominicano (PCD).

“Mira Leonel, eso no es para muchachos como tú, hay que tirar piedras, pegar afiches de madrugadas, participar en mítines y otras muchas travesuras. Tu eres un muchacho  tranquilo”, le dijo Jimmy a Leonel quien luego expresó a un primo:  “Yo quiero conocer al hombre aquel que da dos pasos atrás y uno adelante”. Se refería a Lenín. 

 Hacia principios de los años 70 a Jimmy  y a mí se nos ocurrió hacer un programa de radio semanal que fuera un de recorrido por varios naciones. Íbamos a las embajadas radicadas en el país y solicitábamos cintas, anécdotas, brochures para el programa. Don José A. Brea Peña, dueño de  Radio Visión,  que quedaba detrás del zoológico viejo, nos cedió un espacio y …gratis. José  Rafael Sosa y José Sing, completaban el staf. Para no enfriar las cosas- comenzamos  ese mismo domingo con el espacio al  que Jimmy denominó  “Contactos en Fa”. Las obras de Guimaraes Rosa, de Brasil, Pablo  Neruda, de Chile, y nuestro  Pedro Mir, entre otros, fueron los primeros temas. En una ocasión Leonel hizo el papel de un chino, “ el chino chalango”, que quiele el chinito”,  preguntaba… Aún conservamos ese riley.

Hay una anécdota sobre Leonel y su condición de devorador de libros. Cierta  madrugada, de fin de semana, cuando hasta los que no parrandeaban “se iban de rumba”.  César Reyes Jérez, Darío González y Félix de Jesús Pérez (Manuelcito) regresaban como a las 3 de la mañana  a sus casas.

Cuando pasaban frente a la vivienda de  Leonel el sector estaba en medio de un apagón y en la casa se observaba la puerta de la sala abierta y una tenue luz de lámpara y una mecedora que se jamaqueaba.

Uno de ellos dijo “mira a este p……”, perdiendo el tiempo con los libritos mientras nosotros venimos de doblar el codo y gozar el tiempo con las muchachonas  de la Máximo Gómez, primero, y luego de donde la famosa María Caché, en la Mauricio Báez casi esquina 27.

 Una vez le preguntaron al profesor Juan Bosch qué veía en Leonel Fernández, cuando el máximo líder del PLD lo escogió como candidato a la vicepresidencia de la República en la boleta en la que Bosch era candidato a la presidencia: ¡Una gran promesa!

El ingeniero Diandino Peña le había sugerido a Leonel que fuera él, el  candidato a la presidencia, a lo que este respondió: “cómo, yo, un muchacho de Villa Juana y sin dinero”. Diandino le dijo que eso no es problema, que  los fondos aparecerán” y abrió sus recursos y sus relaciones.

  En una oportunidad, cuando las condiciones físicas de Bosch comenzaban a diezmarse pero insistía en volver a ser el candidato de su partido, Leonel le dijo en una reunión en la que se trató esa posibilidad: “No, profesor, ahora voy yo”. Ahí comenzó una historia de logros políticos increíbles.

 El ilustre escritor, con el estilo que lo caracterizaba, señaló que una de las grandes virtudes de ese muchacho era la paciencia. Todo se debía a que Bosch tenía mucha gente detrás de sí y tenía  por norma  hacer esperar a las personas  que lo quería ver. Algunos tardaban hasta meses en lograrlo. Pero uno cultivó  el   ¡El don de esperar! Y como dijo a una allegada nuestra, “Mi oportunidad llegará, estoy detrás de eso”.

Leonel  se pasaba hasta  un mes tras de Bosch, tratando de lograr una entrevista. Alguien dijo una vez, en el barrio, luego del ascenso a la Presidencia que, “como Balaguer, cuando Trujillo, estuvo esperando debajo del árbol hasta que el fruto cayera”. Y el fruto cayó y Leonel se metió en el bolsillo pequeño del pantalón   a todo el país.

El político

A veces, cuando se habla del Leonel político y tres veces electo Presidente,  casi todos se refieren al militante y líder y muy pocos saben de sus “pinitos en la política”.

Por ejemplo, siendo prácticamente un niño con ilusiones, pudo haber sido del PCD, en sus afanes de conocer de la política, mucho antes de militar en el PRD y luego en el PLD.

 Leonel, quizás con doce o trece años de edad, se interesó por determinadas personas que, para la mayoría de los muchachos de su edad, no estaban en mente como el fundador de la URSS, Lenin, y el gran estratega inglés Winston Churchill.  Leonel desapareció de Villa Juana para reaparecer hacia los 14 años luego de un periplo por el Bronx, segunda “ciudad dominicana”, donde hizo muchos amigos, estudiaba y trabajó junto a doña Yolanda, su annegada madre. Esa vivencia lo marcaría por siempre. Nació en el barrio de San Carlos, en la capital, el 26 de diciembre de 1953, hijo de doña Yolanda América Reyna Romero, y del militar José Antonio Fernández Collado. Tiene a Delcio Felipe Fernández como único hermano.

El señor Collado, como le llamaban sus amigos, conoció a doña Yolanda mientras estuvo interno como militar en el hospital Marión, cerca de la UASD.  

 Vivió en  Nueva York  en el número 200 de la West Street, entre Broadway y Amsterdan. A temprana edad  trabajó  de delibery boy y llegó a pernotar muchas veces en la residencia de la familia Ruffín Castro, sus amigos.

 En  Villa Juana, el populoso sector de la parte alta donde los protagonistas y líderes juveniles eran Jimmy Sierra, Leo Corporán, Leonel Carrasco, César Pérez, Adriano de la Cruz, Luis Ruffin, Nelly Manuel Doñé, Félix de Jesús Pérez, Pedro Savery  y quien esto escribe, y otros, Leonel era un “fifí”, o pequeño  al que todos protegíamos.

La casa marcada con el número 161-A, de la calle Francisco Villa Espesa, (entre Osvaldo García de la Concha y Osvaldo Basil), sería la morada del muchacho que con el tiempo se convertiría en tres veces Presidente de la Republica. Tenía la etiqueta de los que no podían fallar, pero no de que llegaría tan lejos.

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