UBI RIVAS
El presidente Leonel Fernández agotó su turno reglamentario en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que tiene su sede en la vía de las Termas de Caracalla, en Roma, el día 4 del presente mes, donde planeó una estrategia para enfrentar la crisis alimentaria global que amenaza a la humanidad.

Esbozó el proyecto delineado hace un buen tiempo de producir etanol, combustible vegetal, extraído de la caña de azúcar, para lo que hay aprestos tanto del Central Romana como de Vicini, asociados.

El presidente Leonel había ya previamente a su disertación, sugerido al secretario general de la ONU, Ban Ki-moom, crear un fondo de asistencia agropecuaria para financiar a los subdesarrollados, que logró su repercusión favorable cuando el mismo día de la exposición de Leonel, Ban Ki-moom y el Banco Mundial esbozaron por separado, en la sede de la FAO, movilizar fondos especializados para superar la contingencia alimentaria. El secretario de Industria y Comercio, Melanio Paredes, se hizo eco de esas sugerencias pertinentes de Leonel cuando compareció al almuerzo de El Caribe, un día antes de lo expuesto por Leonel en la FAO, ponderando la previsión del gobernante, lo que es correcto.

Leonel fustigó, algo desusado en su estilo, lo que denunció como “búsqueda incansable del lucro, de la especulación, de la codicia, de la ostentación, de la avaricia, de la arrogancia y de la falta de sensibilidad de algunos países desarrollados”, en franca alusión al criminal proceso especulativo de la bolsa de valores NYMEX de Nueva York, que fija y modifica constantemente el precio de los crudos por motivos nimios y que podríamos mitigar propiciando, como he insistido, clusters energéticos con garantía de extensión impositiva y espacios arrendados por un tiempo convenido entre el Estado dominicano y el sector privado, criollo o internacional.