Leonel en primera vuelta

Leonel en primera vuelta

Miguel Ramón Bona Rivera
A partir de ahora la campaña electoral se habrá de tornar más o menos monótona. Sólo un acontecimiento muy extraordinario podría hacer variar el posicionamiento actual de los tres principales partidos del espectro político nacional.

El gobierno se empeñará en ampliar cada vez más sus ventajas, mediante un mayor y más intensivo uso de todos los recursos del poder estatal.

La reelección consecutiva es perniciosa. Ella invita a quienes detentan el poder, a utilizar todos los medios avasallantes del poder para prolongarse en el poder.

En el pasado, muchas veces también fue así, pero ahora el agravio es inmensamente mayor, porque ello quebranta el espíritu que anima a la sociedad de hoy.

Envuelto en la vorágine de sus pretensiones, Leonel Fernández no se percata del grave perjuicio moral que está infligiendo a la nación. La suya, será una victoria pírrica.

Leonel ha sido el continuador de los despropósitos que animaron a Hipólito Mejía cuando impuso una tosca reforma constitucional a su forma y medida, para quedarse en el poder.

En similares términos de imposición desarrolla Leonel Fernández su campaña por la reelección. No compite con sus opositores en base a las prendas que pueda mostrar su gestión de gobierno, que indudablemente las tiene, sino aplastando toda posibilidad de sus adversarios mediante el uso abrumador de todos los recursos del Estado a su disposición.

Y en una forma maniquea, su discurso divide a la población: Sólo los que están conmigo son los buenos. Todos los demás son los malos.

Vuelta ya la página del viejo siglo veinte, los dominicanos que anhelan el progreso aspiraron a que el ejercicio de la política se encaminará hacia formas de transparencia y honestidad que le otorgarán legitimidad. Era Leonel Fernández quien debía liderear ese proceso de transformación.

Porque Leonel Fernández podía haber ganado las elecciones del 16 de mayo propiciando avances democráticos e institucionales en el quehacer político. Que para que condujera a la República por esos derroteros fue que sus conciudadanos le confiaron el solio presidencial. Y no para que retrotrayera al país a las más rancias prácticas de la politiquería clientelar.

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