“Leonel Fernández y La Fuerza del Sueño”

“Leonel Fernández y La Fuerza del Sueño”

Manuel Cruz

He manifestado en reiteradas ocasiones, que el día que se realice un ejercicio serio alejado del fanatismo y las simpatías partidarias para valorar en su justa dimensión a los líderes que han gravitado en el corazón de los dominicanos; en ese momento habrá que llenar muchas páginas en blanco con las obras y proezas de una leyenda política como lo es el expresidente Leonel Fernández. Toda vez que, es una figura que despierta tantas pasiones que hasta aquellos que disienten de él motivados por la razón que fuere, dentro de la misma discrepancia tienen que reconocerle un compendio de virtudes.

Los Espejos Hablan.
Si nos ponemos a hurgar en la historia encontraremos en todos los escenarios a figuras emblemáticas que por ignorar que los espejos hablan, y concentrarse en darle aquiescencia a las añoranzas de un pasado fructuoso y a individuos que manejan con vehemencia las técnicas filosóficas del genuflexismo; se niegan aceptar que aun sin ellos la actividad que realizan puede continuar. En efecto, interiorizan la absurda epifanía de creer que ellos son el nuevo profeta de carne y hueso que Dios nos ha enviado. Máxime, cuando uno es acreedor de un cerebro atiborrado que facilita el dominio absoluto de la retórica como es el caso de Leonel.

Por tal razón, resulta inconcebible y displicente para aquellos jóvenes que vimos a un Fernández acrisolar desde el PLD la decimonónica y pintoresca praxis política del vuelve y vuelve que preconizó Balaguer y, penoso asimilar a un hombre que transformó en materia institucional un país que encontró en taparrabos y que funcionaba bajo la lógica del canchanchanismo, los buscones y los tributarios. Por eso nos preguntamos, ¿es ese mismo polímata descrito precedentemente el que hoy preside un club de esquiroles y oligofrénicos, que se comportan como anarquistas en detrimento de esa misma institucionalidad que Leonel ayudó a construir?

Los Idus de Febrero.
Si fuéramos a parafrasear el punto de inflexión de la antigua Roma conocido como “los idus de marzo”; con lo cual, no solo el escritor griego Plutarco afirma que la muerte de César fue presagiada, sino, que también significó la transición de la república al imperio. En tal sentido, podemos afirmar que todos los estudios reflejan que los idus de febrero se convertirán en la catalepsia municipal para esa parafernalia emocional a la que satíricamente deberíamos llamar “La fuerza del sueño”. En ese sentido, como dice el politólogo estadounidense Joseph LaPalombara “todo partido que no traspasa la arquitectura de su líder está condenado al fracaso”.

Desde esa perspectiva, un protopartido como lo definiría el gran Duverger que está en pleno proceso de posicionamiento y que su única arma electoral prevé ponerla a competir 3 meses después; con el papelazo que realizará en febrero es lo mismo que a un edificio de 50 plantas se le rompan todas las vigas de amarre de la 1ra. Eso significa en buen dominicano que le matarán el gallo en la funda, ya que esos que quedan en el PLD no se irán detrás de una aventura. Los empresarios que le apoyan no seguirán tirando sus fortunas en un retrete y, la percepción electoral acabará con la reminiscencia de un hombre que el pasado 6 de octubre hasta al propio Estado puso en ascuas.

Leonel y la Obcecación.
Cuando la leyenda austriaca y maestro de maestros el gran Sigmund Freud externó sus teorías sobre el complejo de Edipo, del ello, el yo y el superyó; demostró que en la psiquis del individuo también viven en franca simbiosis personalidades polimorfas. Si extrapolamos esa premisa al caso de la especie, debemos concluir diciendo que es la única explicación para entender la pletórica capacidad de abstracción que tiene el expresidente Fernández de imaginar la omnipotencia y omnipresencia de su liderazgo en una coyuntura totalmente adversa; con la tasa de rechazo más alta de toda su carrera y con el signo de los tiempos demandando un liderazgo antropocéntrico.
En virtud de ello, uno no entiende como ese púgil de Villa Juana que en términos político solo podía compararse con el Roberto Durán de los 80; ahora cuando está en el mesolítico del ocaso de su carrera ha elegido tirar por la borda su legendaria trayectoria de escribano para terminar siendo el cortesano de alguien que no ha sido siquiera alcalde pedáneo y, que tiene 100 veces menos méritos que él. Esa vesania la respondió el poeta español Joaquín Bartrina en el siglo XIX diciendo, que “la envidia y la emulación parientes dicen que son; aunque en todo diferentes, a fin también son parientes el diamante y el carbón.”

 

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