Leonel: liderazgo y visión

Leonel: liderazgo y visión

HERIBERTO MORRISON
Compartimos el criterio expuesto por Andrew Roberts, en su obra los Secretos del Liderazgo, en el sentido de que la capacidad de un estadista se mide por los resultados de su gestión y por la confianza y seguridad que inspira a sus conciudadanos durante etapas difíciles o de crisis de la nación.

Todos sabemos las condiciones en que el doctor Leonel Fernández asumió la Presidencia en agosto del 2004: en la peor crisis económica de las últimas cuatro décadas, como consecuencia de las desacertadas acciones del Gobierno anterior.

En su memorable discurso de toma de posesión, el visionario estadista habló con franqueza sobre la calamitosa y ominosa situación económica que heredaba de la administración encabezada por el agrónomo Hipólito Mejía.

En su exposición, Fernández exhibió un estilo parecido al de Winston Churchill en los días aciagos de la Segunda Guerra Mundial cuando ofreció al pueblo inglés, “sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas”, pero garantizando “la victoria, porque sin la victoria no hay supervivencia”. Está latente en el pueblo dominicano la forma positiva y esperanzadora cómo el presidente Fernández puso colofón a su brillante discurso al pronunciar la frase con sabor a pueblo: ¡E’ Pa’lante que vamos!

Un buen número de comentaristas y economistas independientes pronósticó que para recuperar la estabilidad y el equilibrio macroeconómico del país se requeriría de un período de por lo menos diez años. Para sorpresa de muchos, ese escollo fue superado en menos de dos años. Sobre este hecho, Don Enrique V. Iglesias, el expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) opinó que se trataba de un milagro dominicano.

Uno de los comentarios más objetivos provino del economista Carlos Despradel (Gobernador del Banco Central durante la administración balaguerista y Secretario Técnico de la Presidencia en la última gestión perredeísta), en un artículo de fecha 22 de mayo del año en curso (periódico El Caribe), en el cual sostuvo: “el principal mérito del gobierno del PLD ha sido retornar la confianza en la moneda, frenar así la fuga de capitales e incluso inducir el retorno de algunos que habían huido”.

Las medidas correctivas y las ejecutorias del joven estadista y su equipo, no sólo hicieron de República Dominicana un mejor país, sino que además lo sacaron de la furnia en que se encontraba. De una economía bajo cero se pasó a un crecimiento de 12.6, en el trimestre enero-marzo de este año. Sin embargo, ello no significa que se hayan superado todas las dificultades; todavía hay aspectos sociales que requieren de grandes sacrificios y esfuerzos de las fuerzas vivas de la nación.

Aún con el balance positivo que arroja la administración de Fernández -como lo fue su gestión del 1996-2000- no han faltado detractores y críticos interesados que han llegado a la temeridad de insultarlo y pretender descalificarlo hasta en el plano personal, como ha ocurrido recientemente con algunos columnistas y comentaristas furibundos, subjetivos y destemplados.

Por encima de sus atormentados detractores, Leonel Fernández -aparte de ser un ciudadano en extremo prudente y decente- es un demócrata a carta cabal, y un estadista de carácter y amplia visión. El expresidente estadounidense Ronald Reagan dijo con sobrada razón: “tener y mantener una visión, esa es la verdadera esencia de un liderazgo exitoso”.

Por ello es comprensible que Fernández se haya mantenido como la figura mejor valorada en las encuestas nacionales, así como una de las más apreciadas en el ámbito regional, de quien se puede decir que ya tiene un sitial de honor entre los estadistas y políticos más meritorios de nuestra vida republicana.  

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