Leonel, Medina, Mirabal y el sepulturero

<p>Leonel, Medina, Mirabal y el sepulturero</p>

TONY PÉREZ
Tengo un cuñado que habla hasta por los codos y su pasión es la política, aunque jamás ha vivido ni viviría de ella porque siempre ha producido buen dinero con su oficio y sus reacciones verbales espontáneas lo sacarían de cuajo del escenario antes de comenzar. Sin que yo pueda evitarlo, cada vez que nos juntamos me da una tanda en retrospectiva, desde la elección de Juan Bosch y el Partido Revolucionario Dominicano, en 1962, hasta el presidente Leonel Fernández y el Partido de la Liberación Dominicana de hoy.

El cuña siempre cuela el tema, es incorregible. Sin darse cuenta se ha hecho especialista en amarrarlo a cualquier referencia que yo le haga acerca de la realidad actual.

Entiende que el PRD que él amaba ha vivido destruyéndose desde su nacimiento porque anidó en su médula gente mala que sólo sabe dañar y corromperse y de tantos golpes bajos que le han dado es una organización insalvable.

Hace una semana, cuando llevaba a un taller cercano al suyo a reparar un televisor que “ardió” un bajón de energía de la empresa Ede Este, pausó en su tráfago diario y me atrapó durante una hora.

No me valieron los intentos de evasión hacia temas refrescantes.

Casi sin respirar, volvió a narrarme las mismas historias de la política criolla. Su gran frustración en estos tiempos del frescor de invierno es la perredeización del PLD. Hasta ayer sostenía que era una treta política interesante para fortalecer al partido y al Gobierno, la renuncia del secretario de la Presidencia Danilo Medina y del vocero del Presidente; el discurso de tal renuncia en una conferencia de prensa montada en un lujoso hotel de la Capital; el silencio verbal de Leonel; las opiniones cautelosas de algunos dirigentes y, sobre todo, la histórica disciplina sembrada por Bosch en el PLD. Pero cambió cuando escuchó que Medina había dicho a los medios que Leonel (amigo de 30 años) “oye pero no escucha”.

Para el cuñado, ese es un acto de deslealtad que no sólo afecta al Presidente sino a las posibilidades electorales del PLD y del propio ex secretario de la Presidencia y aspirante a Presidente.

Asume la frase como una agresión que revela a un Danilo decidido a tirar por la borda el destino del PLD o por lo menos cruzarse de brazos si el certamen interno no le favorece. Para él, es una expresión sujeta a mil lecturas de las cuales la oposición escogerá la más conveniente en el momento que entienda oportuno.

Piensa que debió tragársela hasta la muerte porque es poco política y porque él es co responsable de todo lo que haya oído y no haya escuchado el presidente Fernández, conocida su prominencia en el partido y en los gobiernos morados. Tenga razón o no el querido cuñado, el PLD y el Gobierno deben observar esos giros en la percepción pública para evitar que se conviertan en actitudes que terminen en urnas repletas de votos negativos. Para las elecciones del 2000 hubo acciones internas de mala fe que contribuyeron a la derrota de los morados, pese a que había condiciones para seguir en el poder.

La diferencia entre aquel momento y el actual es la forma.

Aquella vez actuaron bajo la sombra; ahora, la guerra es mediática. Venenosa en los dos casos aunque la ceguera de los intereses personales impida verlo así. Pese a que el cuñado cree que este país se jodió y que el PLD comenzó a cavar su tumba, Leonel, Medina y el ex-Vicepresidente Jaime David Fernández Mirabal, los tres lideres con más probabilidades electorales a la fecha, podrían mandar a los miembros, aliados y simpatizantes una señal urgente respaldada por la práctica que revierta el proceso autodestructivo y los mantenga en el poder más allá de 2008.

Si no, que el sepulturero siga su trabajo porque el ataúd va para allá.

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