Leonel, pivote de la transición

Leonel, pivote de la transición

JUAN D. COTES MORALES
En estos días un grupo de amigos se dispuso a celebrar los diez años que el doctor Leonel Fernández lleva como presidente y figura principal de la oposición. Evidentemente, es algo muy importante en la vida de este hombre sosegado, humilde y modesto. 

Si lo vemos como pivot del equipo peledeísta, es correcto afirmar que es el de más alto coturno para recoger los rebotes de los demás y anotar para el partido la mayor cantidad de puntos.

Pero si lo vemos como pivote de la política internacional, él no sirve a ningún árbitro ni equipo determinado, sino a la democracia dominicana y distante, muy distante de aquel ensayo que hiciera Kennedy con Betancourt, Frondizi y Figueres en busca de fortalecer su política panamericana.

Muy pocas personas han tenido el acierto de pensar seriamente en la figura del presidente Leonel Fernández en medio de todo enarbolando las banderas de las reformas necesarias e impostergables para distanciarnos del pasado que no pasa y se niega a pasar y acercarnos hasta la mortificación el ánimo de lo que somos en el inextinguible y sempiterno presente.

En la sociedad dominicana cada día se aprecia el esfuerzo que hacen por recoger para sí u obsequiar a otros las mil flores del vanistorio todos aquellos que desean ser dirigentes o líderes obsequiosos y bastanteados como tropecientos montones.

La verdad es que entre ellos no se encuentra la figura tímida e indisturbada de Leonel Fernández, quien camina serenamente con la concinidad de su verbo para darle asilo al compromiso del Partido de la Liberación Dominicana en el cotidiano hacer de la patria hecho pan regañado o mazorca de maíz opimo.

En el pasado la libertad fue la empresa más apasionante que conquistó y unió todos los entusiasmos burgueses y proletarios. Después se hizo imperativo la necesidad de un ideal político y buscar la manera de darle forma y hacerlo realidad, pues las ideologías no bastan para sostener un régimen. Es necesario además, la autoridad, la  inteligencia y la voluntad necesaria para subsistir. Tal como lo predicó y practicó el ilustre Juan Bosch.

Es necesario tomar en cuenta que el camino de la libertad que conquistaron el pueblo y la burguesía se ha bifurcado, pues mientras el pueblo requiere igualdad económica y social, la burguesía procura conservar sus posiciones. Ese no es el camino de la unidad, armonía y concordia de la familia dominicana para hacer patria todos los días.

El ideal político es vital y la democracia que carece de un ideal vigente sus instituciones carecerán de eficacia, seguridad y confianza. Las ideas son la fuerza que determina la conducta de los pueblos, pero esas ideas necesitan instituciones y procedimientos que la conviertan en una realidad política.

La constitución política se ha constituido en una armadura que limita la vida social olvidándose o no considerando para nada que el Estado recibe toda su fuerza de la sociedad, por tanto, debe ser según es la sociedad.

La característica más importante y más sobresaliente de la crisis contemporánea son los choques, inestabilidades y desequilibrios como resultado del desajuste que se produce entre la estructura del Estado y el sistema del Estado, que cuando llega a su punto máximo de expresión produce ese cambio violento que llamamos revolución.

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