Leonel rescató dignidad de la democracia

Leonel rescató dignidad de la democracia

Leonel Fernández es el líder que ha rescatado la dignidad de la democracia en América Latina», ha expresado en gesto agradecido y visiblemente emocionado, el ex Presidente de Honduras Manuel Zelaya, tras su llegada a Santo Domingo desde Tegucigalpa la noche del miércoles 27 de enero, escoltado por el mandatario dominicano, quien lo declaró «Huésped Distinguido».

Y no era para menos. La excelencia de estadista y el decoro personal de Zelaya tocaron fondo en el curso de un tortuoso proceso político, iniciado la noche del 28 de junio pasado, cuando el ejército de Honduras lo expulsó del gobierno, mandándolo al exilio en ropa de dormir, reduciéndolo penosamente a la figura de un presidente constitucional derrocado e itinerante, que pide, y obtuvo, el apoyo internacional casi unánime en un infructuoso intento por recuperar el cargo para el cual había sido electo libre y democráticamente, tres años y medio antes.

Luego de fracasadas las iniciativas para ingresar a su país, Zelaya entraría clandestinamente en septiembre, pero para ver de lejos, de forma humillante, como su mandato concluiría el 27 de enero, hacinado dentro de la embajada de Brasil en Tegucigalpa y sintiendo como pendía sobre su cabeza, cual espada de Damocles, una serie de acusaciones alegadamente falsas, muestra irrevocable de que la buena fortuna de los hombres de poder es precaria.

El dramático asilo de Zelaya, junto a su mujer Xiomara y sus hijos, terminó inesperadamente, luego que el Presidente Fernández negoció la pronta expedición de un salvoconducto que garantizase su salida de la nación centroamericana, un acuerdo firmado hace dos semanas con Porfirio Lobo, el flamante presidente hondureño, durante una histórica visita al Palacio Nacional de Santo Domingo.

El ascenso de Lobo, un empresario agrícola apodado Pepe Lobo, partidario del golpe de Estado, graduado de la Escuela de Negocios de la Universidad de Miami, Estados Unidos, y quien ejerciera durante 11 años como maestro de inglés y Economía en su país, rubrica la derrota política de Zelaya, pero evidencia, al propio tiempo, la debilidad intrínseca de la Carta Democrática de la OEA, pues -como expresó el Presidente Fernández- a pesar de todos los esfuerzos realizados en distintas instancias internacionales, para el retorno a la institucionalidad con Zelaya, «imperó el golpe de Estado en la nación centroamericana».

Creo, no obstante, que el intento abortó por dos razones: primero, internamente Zelaya carece del liderazgo político-partidario, militar, económico y popular imprescindibles para forzar su regreso y sustentar la gobernabilidad y, segundo, su eventual reposición o partida al exilio fue el centro de un juego de poder librado dentro de la OEA entre la nueva política exterior de Barack Obama y la pretensión hegemónica de Hugo Chávez.

Una parte importante de su período de gobierno, Zelaya lo invirtió en adherir a Honduras a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), la estrategia geopolítica del chavismo. Zelaya prometió desde el poder «hacer la revolución socialista» y trató de modificar la Constitución a su favor para reelegirse, a pesar de una prohibición legal taxativa sobre la materia que impera en su país.

Parece que Zelaya, quien se ofertó electoralmente como demócrata a carta cabal, alimentó las razones posteriormente esgrimidas por los golpistas, que abrió la peor crisis política de la historia reciente de Honduras, la cual el Presidente Fernández está contribuyendo a solucionar.

Para Fernández, Zelaya es un ícono de la democracia latinoamericana, y la forma como su gobierno fue interrumpido y la Constitución desconocida, resultó una afrenta para la República Dominicana. Desde aquí era una obligación moral hacer todo lo que tuviese a su alcance, dijo, para lograr el respeto de los derechos humanos en Honduras, lograr el salvoconducto para que Zelaya pudiese salir como ciudadano en ejercicio de sus derechos, lograr la paz, la reconciliación nacional y la democracia en Honduras.

Indudablemente, un hito histórico del Presidente Fernández, que enorgullece a la nación dominicana.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas