Leonel y la historia

Leonel y la historia

¿Cómo tratará la historia los tres gobiernos del doctor Leonel Fernández y quiénes la escribirán? En algunos países los propios ex presidentes se adelantan y rápidamente publican sus memorias, tratando de ser ellos mismos los que redacten esa historia. Es improbable que eso lo haga Leonel Fernández ya que tiene edad como para seguir aspirando a la presidencia.

Pero ha surgido una nueva fuente para escribirla, aunque es probable que no vuelva a repetirse. Me refiero a los Wikileaks, donde aparecen lo que Fernández dijo a la embajada americana, lo que ésta le pidió que hiciera o no hiciera y lo que opinó sobre su gestión. Son fuentes imprescindibles si se quiere escribir ahora sobre los gobiernos de Hipólito Mejía y Leonel Fernández. Veamos algunos ejemplos aplicables a este último.

En octubre del 2005 el Presidente Fernández conversó en privado con el embajador norteamericano durante dos horas. Al final Fernández dijo: “La República Dominicana todavía pasa por una dolorosa transición y yo tengo que enfrentar muchos problemas simultáneamente. Tardará un largo tiempo -más de uno o dos períodos de cuatro años- para que se cree una República Dominicana moderna”. Agregó que: “Él se sentía muy solo ya que todavía no existía una masa crítica de personas comprometidas con el servicio público y con experiencia en el manejo de un gobierno moderno. El Secretario Técnico de la Presidencia Temístocles Montás, el Jefe de Gabinete Danilo Medina y el Consultor Jurídico César Pina Toribio eran tres quienes sí entendían y quienes conformaban el núcleo de su equipo dedicado a un Estado moderno… Dijo que se identificaba con Estados Unidos porque había crecido allí”. Un año después Medina renunciaba.

Previamente, en mayo del 2004 el embajador americano había descrito a Fernández como “un lector y un pensador, aunque no necesariamente un pensador original o profundo. Su estilo conceptual es el de alguien que resuelve problemas, una línea que mantiene la histórica preocupación social del PLD sin la retórica anti mercado de Juan Bosch”.

Durante el gobierno de Hipólito Mejía, cuando la embajada pidió el voto dominicano condenatorio de Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, al mismo tiempo le solicitó a Fernández que no criticase a Mejía por haber aceptado, lo que Fernández hizo. Este último también se había comprometido a apoyar el envío de tropas a Irak por parte del gobierno de Mejía.

En febrero del 2005 el Presidente Fernández aceptó una propuesta del Ministro de las Fuerzas Armadas Sigfrido Pared Pérez para enviar oficiales a Irak para ayudar allí a otros oficiales, así como dar apoyo al área de operaciones iraquíes en el comando central en Tampa, Florida. “No habrá publicidad por esta cooperación militar”, le explicó el embajador. Se pensaba en veinte oficiales que hablasen inglés. En opinión del embajador esa aprobación de Fernández “refleja su mensaje, al gobierno americano, previo a las elecciones, de que él y su gobierno apoyarían a los militares americanos en operaciones internacionales”.

Un año después el embajador le pidió a Fernández una contribución de diez a doce oficiales “para apoyar operaciones en Afganistán, lo que se haría sin publicidad”, pero su respuesta fue: “No veo la lógica de enviar a personal militar dominicano. La situación en Afganistán se ha estabilizado. La ayuda que necesita no es militar, sino económica. Estudiaremos su solicitud”. Cuatro meses después la embajada solicitó el apoyo dominicano a la iniciativa americana y europea con relación a impedir el enriquecimiento de uranio en Irán. Fernández estuvo de acuerdo y felicitó a esos países por la iniciativa.

Con relación al Metro Fernández le dijo al embajador en septiembre del 2004 que costaría entre US$250 y US$300 millones. Sabemos que ha costado mucho más. Cinco meses después el embajador le preguntó al canciller Morales Troncoso si ese proyecto era consistente con el nuevo acuerdo con el FMI, contestándole que “el proyecto podría convertirse en un pasivo político para el PLD”. En diciembre del 2007 el Nuncio Apostólico le comentó al embajador que el Metro “era una abominación de desolación”, a expensas de un sistema educativo “en muy mal estado”.

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