Con el brote que siempre le asiste de optimismo y firmeza, el presidente Leonel Fernández impresionó al país con su comparecencia del domingo 27 de marzo último en el escenario del Palacio de los Deportes, cuando endosó a su PLD la decisión de escoger un candidato a la Presidencia de la República el día diez del presente mes.

De manera inequívoca, inteligente y reposada, algunos de sus estilos y manera de ser, el gobernante asignó al flote de la especulación, y no tanto, su irrenunciable intención de proseguir a horcajadas del mando supremo del destino nacional más allá del 16-08-12, hasta el 16-08-16.

El gobernante, tres veces escogido por el voto libérrimo de sus paisanos a la codiciada silla que detenta los relámpagos decisivos del poder, depositó en el PLD el destino de 2.2 mm de votos que sus acólitos le aseguraron disponer.

La reelección ha constituido un jalonar luengo en la historia patria y sus protagonistas referentes del fuercismo y la arbitrariedad fueron Buenaventura Báez y Méndez, Ulises Heureaux, el terrible Lilís y el generalísimo Rafael Leonidas Trujillo, que agotaron 54 años conjuntos: el despotismo ilustrado del doctor Joaquín Balaguer consumió 22 años en democracia dura, y solo los períodos del presidente Leonel tienen certificados democráticos y el intento fallido de reelección del presidente Hipólito Mejía.

El padrón electoral conforme reveló a los medios el titular de la JCE doctor Roberto Rosario, el 25 de marzo último, consta de 6.3 mm de votantes, y en las elecciones últimas conforme revela la JCE en publicación del citado día 25, resulta de 1,362,938 para el PRD; 1,342,813 para el PLD y 222,847 para el PRSC que lo determina como más que un partido, una entelequia bisagra.

Falta espacio y distancia para, como los campesinos, acotejar la carga en el camino.