El presidente Leonel Fernández engrandeció su figura internacional a niveles cósmicos al ofrecerle respaldo pleno al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, para fundar el Estado Palestino y honrarle con un recibimiento de jefe de Estado, que en realidad es de jure.

Nuestro país, por disposición de nuestro presidente constitucional es uno de los 123 países que han reconocido al Estado Palestino y enviado un embajador a Ramalá, capital de Cisjordania, que fue cedida por el extinto rey Hussein de Jordania a los palestinos para fundar su Estado, conjuntamente la parte este de Jerusalén para establecer la capital del Estado Palestino.

No es Perogrullo reiterar que la creación del Estado Palestino fue formalizado por las Naciones Unidas con su resolución 181 del 29-11-1947 que dividió el entonces Mandato Británico que gobernaba Palestina 1917-1947 en dos Estados, uno árabe y otro judío, que los primeros rechazaron, gravísimo error, por considerar que eran mayoría en toda Palestina, que fue abandonada de presencia judía desde que el emperador Tito ocupó Palestina en el año 70 e.c. Es decir, por 1,877 años de diáspora.

En realidad la estrategia y argumento válido que ha debido exponer en el pleno de la ONU el presidente Abbas es validar la resolución 181 y los 123 países que respaldan la resolución designar embajadores en Ramalá como con incuestionable temple y valor realizó el presidente Leonel y lo propio al reanudar las relaciones diplomáticas con Cuba que ningún gobierno se atrevió desde el rompimiento en 1959 luego de la triple expedición libertadora del 14 y 19 de junio de ese año.

En cuanto a las improcedentes y nada diplomáticas declaraciones del embajador de Israel en nuestro país, Moshe (Marco) Shermoneta, censurando la recepción que el presidente Leonel tributó a Abbas, flagrante intromisión, sería correcto solicitar al Tel Aviv su reemplazo.