Leovigildo Pujols Sánchez:
100 años de vida, mil historias que contar 

Leovigildo Pujols Sánchez: <BR>100 años de vida, mil historias que contar 

 POR MARÍA MERCEDES
La ternura de su mirada es similar a la de un niño. Es el sentimiento más profundo que deja abrigar en el corazón de quienes le conocen por primera vez. Mientras que el fuerte sonido de su voz transmite la certeza de que los seres humanos somos entes creados por Dios, y que su divinidad se posa en cada uno de nosotros.

El nombre de la persona descrita es Leovigildo Pujols Sánchez, un hombre amable y encantador, cuyo transitar en la tierra está fechado en Azua, específicamente en El Memiso, el 26 de agosto de 1904, cuando en el país gobernaba Carlos Morales Languasco, tal como él citó.

Por eso no es difícil imaginar que en sus 10 décadas ha almacenado tantas experiencias que nos faltarían igual cantidad de años para narrarlas o dedicarle un periódico de manera exclusiva, motivo por el que en esta entrevista relatamos las que más perduran latentes en su memoria, aún  bastante lucida.

Sin duda, ha sido testigo de acontecimientos que cambiaron el curso de la historia de éste, su país. El ascenso de Trujillo al poder, sus 30 años de tiranía, el golpe de estado a Juan Bosch, la Revolución de Abril de 1965, son sólo algunos esos hechos.

 Empezó su relato diciendo que de niño jugaba pelota, pero también dedicaba tiempo al aprendizaje, pues con mucho amor, su madre Lucía Sánchez, lo alfabetizó antes de ir a la escuela particular instalada por el maestro Manuel de Jesús Castillo, cuando tenía 7 años.

Aún a esta edad, que se refleja en su cabello clor nieve, Leovigildo Pujols, se levanta cada día a las 7:00 a. m., le da gracias a Dios por la vida, bendice a su familia y hace ejercicios para mantener la movilidad de sus músculos. Para nuestra sorpresa nos enteramos que lleva el control financiero de la oficina de abogados y notaría, que dirige junto a su hijo Sergio Antonio, y en sus acciones diarias le dicta documentos a Hilda Estévez, su secretaria. Él acostumbra a llegar a la oficina que está junto a su casa a las 10:00 a. m, hasta las 12:30 p. m., y regresa en la tarde de 5:30 p. m, a 6:00 p. m.

Entre esos horarios que cumple con suma rigurosidad nos regaló la dicha de abrirnos las puertas de su hogar y de su corazón,  permitiéndonos obtener valiosos datos de su vida y los integrantes de su familia, con quienes a menudo conversa sobre las múltiples experiencias que ha vivido en estos 10 decinos.

Memorias de su época

Una sonrisa de felicidad se dibujaba en su rostro cuando le pedimos que contara algunas anécdotas propias de su época, con firmeza expresó que cuando él nació todo estaba por hacer.

Para ubicar un poco al lector en esa época, narró que la vida en su pueblo era de abundancia, pero circulaba poco dinero. “Mi abuelo Eulogio Sánchez, con quien me crié porque mi padre Juan Rita Pujols murió cuando yo tenía dos años, era dueño de un corral grande con vacas y él regalaba la leche porque nadie tenía con que comprarla”.

“En el siglo XX fue cuando evolucionó el país, porque tuvimos carreteras, carros que las transitarán, electricidad, teléfono, televisión, lo que teníamos era el telégrafo, que se usaba para enviar mensajes que no tardaban en llegar porque hacía contacto con la oficina del lugar al que era enviado”. “Yo tuve teléfono antes muchas personas porque era director general de la Escuela Nacional de Arte y Oficio, que era dirigida por los norteamericanos”.

Para recrear más esta situación indicó que como en San José de Ocoa no había carretera los habitantes se trasladaban en burro, a caballo o a pie de una comunidad a otra. “Muchas personas de la frontera viajaban a Higüey a cumplir promesas de esta manera. No puedo precisar la cantidad de días que duraban, pero eran muchos”.

Sin embargo, la primera vez que vino a Santo Domingo lo hizo a caballo. Para beneficio de los habitantes de esa comunidad, la carretera estaba siendo construida por Horacio Vásquez. Cuando llegó el primer vehículo en 1928, fue un acontecimiento que puso a la población a festejar”.

Como si estuviera viviendo en tiempo real ese instante, pronunciaba este mensaje: “El diputado Dionisio Cabral puso un telegrama al Listín, que decía: Listín Diario capital, hoy llegó el primer carro a San José de Ocoa, loor a Horacio Vásquez”.

También destacó que para medir la tierra los agrimensores utilizaban la vara castellana, que es de origen española en lugar del metro que procedía de Inglaterra, y cuando la persona cumplía 25 años, adquiría el derecho a una vivienda. Se imagina, si en este momento las cosas fueran así la mayoría de los dominicanos tendrían su techo propio.

Pero, no todo ha sido momentos de gloria en su vida, pues estando en San José de Ocoa, el presidente de la Junta del Partido que era su enemigo personal a raíz de una trampa que le hizo en una sentencia siendo juez, dijo que él no era amigo de Rafael Leonidas Trujillo, a pesar de eso se inscribió en su partido y circunstancialmente hacía alarde de pujanza en otros movimientos políticos. Debido a esa situación tuvo que venir a Santo Domingo y un pariente que era diputado gestionó con Trujillo la entrega de una tarjeta que tenía inscrito el mensaje: “Recomiendo a las autoridades civiles y militares guardar toda la consideración al sñor Leovilgildo Pujols Sánchez”. Por ese problema me mandaron a Monte Plata a impartir clase.

Durante dos años se dedicó al comercio de café y hacía bodega en los campos. A RD$5 vendía la flor del café. Ésas transacciones llegó a hacerlas con una mota y media mota.  

Sobre la Revolución de Abril de 1965 indicó que el general Francisco Alberto Caamaño Deñó era un jefe de la policía se levantó en armas y se formó dos bandos, uno que era dirigido por Caamaño y otro por Wessin y Wessin, que apoyaba a los norteamericanos para que se formara un gobierno provisional. Su familia se retiró a Cambita donde uno de sus hermanos, pero los dos hijos más grandes se quedaron en Santo Domingo.

Una vida dedicada a la educación

Para nadie es un secreto que una de las profesiones que más satisfacción personal da es la de maestro, porque se asume el compromiso de enseñar los conocimientos que fortalecerán la vida intelectual de los alumnos.

Él no fue la excepción. A mediados de 1912, siendo un adolescente, motivado por su deseo de superación decidió trasladarse a San José de Oca, donde vivió con su tío Mauricio Sánchez. En esa provincia sureña encontró el ambiente idóneo para continuar sus estudios logrando cursar el octavo grado, título que obtuvo tras la aprobación, pues en ese tiempo las escuelas sólo llegaban al sexto.

Era tanto su interés por aprender que sus textos los adquiría en una librería de Francia que era de la Casa Garnier Hermanos, (ya desaparecida). “Yo le enviaba dólares y ellos me enviaban los libros, que llegaban casi un mes después. Algunos los compré a 15 centavos de dólar”.    

Vale la pena destacar, que el primer diccionario que tuvo lo hizo el mismo, leyendo e investigando con las personas de la comunidad el significado de las palabras.

Avanzada la década de los años 20, fue creada la Escuela Rudimentaria Rural de El Memiso, en la que los estudiantes recibieron el pan de la enseñanza. Más tarde fue nombrado maestro y director de esa escuela, cargo que ocupó desde 1927 hasta 1930.

Estando casado con su esposa Ana Rafaela Báez de Pujols culminó la secundaria como estudiante libre. “Recuerdo que cuando él me dijo que quería seguir estudiando, y le respondí que lo ayudaría en todo”, expresó su esposa, a quien conoció cuando ella fue a San José de Ocoa como maestra y él era director de la Escuela Graduada de Varones. Ambos unieron sus vidas el 28 de marzo de 1945.

En 1995 celebraron sus bodas de oro, 50 años de feliz unión matrimonial. Es decir que el próximo año festejarán sus 60 años juntos.

Los retos siempre tocaban a su puerta. En ese período también fue presidente de la Sociedad Cultural y director de la Biblioteca Quisqueya, que logró dotar de libros procedentes de casi todos los países de América Latina.    

Expresó que el bachillerato lo hizo ante las diversas comisiones que mandaba la Escuela Normal, examinándose en Baní, en Azua y en San Juan de la Maguana. En 1951, terminó la secundaria en Las Matas de Farfán. Allá se desempeñó como director y su esposa como maestra.

Como la meta que se fijó desde niño era ser profesional, la pareja decidió viajar a Santo Domingo con sus cinco hijos: Rafael Leovigildo, ingeniero civil; Sergio Antonio, doctor en Derecho; Luis Alfonso, doctor en Odontología; Miguel Oscar, José Ernesto, doctores en Medicina; quienes nacieron en San José de Ocoa y en Las Matas de Farfán.

Al llegar a esta ciudad, ambos consiguieron empleo de maestros. En las tardes él iba a la Universidad de Santo Domingo, donde en 1956 se graduó de doctor en Derecho, donde tuvo como maestros a Joaquín Balaguer, Zenón Castillo de Aza, Porfirio Basora, Carlos Sánchez, Julio César Castaños Espaillat, R. Castro, Jorge A. Morel, Leoncio Ramos, Enrique Marchena. Algunos de sus compañeros fueron: Mignolio Pujols, Euclides Marmolejos, Nemensio Mateo, Tapia Cunillera y Manuel Mora Serrano.

Gracias a su perseverancia y a la experiencia adquirida en 1952 fue nombrado profesor del Liceo Secundario Nocturno “Eugenio María de Hostos”, en 1957, director de la Escuela Nacional de Artes y Oficio”, después ocupó ese cargo en la Escuela Normal de Licey Al Medio, en Santiago; por último fue designado Inspector de Educación hasta 1963, cuando renunció para ejercer la profesión de abogado,  por lo que solicitó una notaria que le fue cedida por la Suprema Corte de Justicia el 15 de julio de 1964.

Sus funciones relacionadas con la educación lo obligaban a trasladarse constantemente de una provincia a otra, al radicarse en Santo Domingo la familia se multiplicó, pues aquí nacieron sus cuatro hijas: Carmen Adolfina, licenciada en Administración de Empresas; Isabel Cristina, Odontóloga Olga Rosa y Gisela Altagracia, doctora en Medicina.  

De maestro a corresponsal

Leovigildo Pujols Sánchez no sólo educó a la población de su época en un salón de clases, sino que también lo hizo a través de la prensa. Fue colaborador de varios periódicos, entre ellos: Listín Diario, en 1923; La Opinión (desaparecida), El Caribe, Ecos del Valle, y en las revistas: Las Páginas Banilejas y Castalia. Algunos de los temas que escribió fue sobre la ley de organización municipal, también redactaba las fiestas sociales de San José de Ocoa.    

Curiosas anécdotas

“Vilito”, como le dicen de cariño, a cada pregunta formulada respondió con una precisión digna de admirar. Por eso, no dudó en contarnos algunas de sus anécdotas. En sus diferentes viajes realizados a Francia, España, Bélgica, Holanda, Suiza, Alemania, Cuba, Jamaica, Estados Unidos unos con fines educativos otros de placer, precisó que en 1991, estando en España en la Ciudad de Benidorm en un desfile de moda necesitaban un caballero que modelaran los abrigos de exhibición. El fue escogido como modelo.

El primer libro de educación sexual que llegó a San José de Oca titulado Educación a ambos sexos lo mandó a comprar el extranjero, “cuando mis amigos lo vieron formaron un escándalo”.    

Otra anécdota es que cuando los invitados comentaban la celebración de sus 100 años decían “vamos para unos 100, en vez de unos 15”. En esta fiesta él puso cautivó con la alegría que siempre le acompaña, pues bailó y cantó merengue, también interpretó rancheras con el mariachi que sus hijos le llevaron de regalo. Otra sorpresa fue que escuchó las canciones de Rhina Ramírez, quien es muy amiga de la familia.    

Bendiciones del Creador

En estos 100 años de vida Dios le ha permitido ver nacer y crecer sus 21 nietos, incluyendo a Angie Marie, quien nació el 11 del mes pasado, y a su primera biznieta que nació en enero de este año.  También destacó que además de estos hijos de sangre hay otras personas criadas como hijas y sus respectivos hijos los reconoce como nietos, Juanita Santana, Lourdes Sánchez y Francia Irrizari.

Leovigildo Pujols dijo que ante todo sus logros, lo que más satisfacción le ha dado es ver a sus hijos convertidos en profesionales de éxitos.

Al culminar esta entrevista puedo asegurar que compartir unas horas con él es una experienia enriquecedora, y la resumo con esta frase memorable de Mahatma Gandhi: “Al final de la vida me doy cuenta que las únicas cosas que valieron la pena son: Dios, mi familia, un grupo muy selecto de amigos y unas experiencias que me dieron crecimiento personal”.

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