¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

¿Cuál es el futuro de la República Dominicana cuya población se ha levantado varias veces en luchas sangrientas para establecer una sociedad más justa que no ha logrado por las intervenciones extranjeras y las maquinaciones de dominicanos a los que no les importa el país ni su gente?
Hace hoy 52 años del último intento libertario del pueblo dominicano en el que hombres y mujeres sintieron circular por sus venas las ansias de ser libres o morir en la construcción de una sociedad equitativa, organizada, justa, generadora de empleos, garante de la satisfacción de las necesidades básicas, protectora de los recursos naturales y propulsora de la investigación y la ciencia.
Muchos de los hombres y mujeres combatientes de esta gesta están vivos y atribuyen la cimiente de este episodio de la historia reciente a que los anhelos de una sociedad con libertad plena, demandada por el pueblo desde la fundación misma de la República, no se ha podido lograr.
La historia indica que, a pesar de que los postulados fundacionales del Estado ideado por los Padres de la Patria se basaban en los principios democráticos y los derechos de la persona humana, no se logró un Estado en que prime el respeto a los derechos humanos y los intereses nacionales.
Entienden que la ausencia de conciencia de derechos y la dependencia de las políticas norteamericanas, unidas a las maquinaciones políticas, los intereses creados y la deshonestidad de quienes han ostentado el poder y dirigido la nación, son las causas de que el país se mantenga en el atraso y la vida de sus habitantes discurra en el desorden, las injusticias, el robo y las irregularidades en todos los órdenes.
Las inequidades y las injusticias prevalecientes en la sociedad dominicana opacan las medidas políticas y económicas tomadas en el país con la mera intención de dar la sensación de que hay progreso y bienestar.
La República Dominicana muestra un aparente desarrollo con las construcciones de carreteras, puentes y edificaciones que se desvanece ante la inmensa pobreza de la mayoría y de sus quejas por no tener los servicios fundamentales resueltos.
Cincuenta y dos años de la Revolución de Abril y el pueblo dominicano aún no tiene paz, ni justicia, ni trabajo, ni salud, ni orden, ni luz, ni organización urbana, ni garantía de vivir o ser, pero sigue luchando por su objetivo más alto: una sociedad mejor, justa y soberana.
En su larga lucha, el dominicano continúa enfrentando los obstáculos sin cejar en la aspiración de una nación moderna, labrada mediante una Asamblea Constituyente Popular compuesta por hombres y mujeres de conciencia humanística y democrática, capaces de concebir una Constitución basada en el bienestar común, la independencia plena y la soberanía.
Recuperemos el espíritu de abril, avancemos.

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