¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

Tenemos la fortuna de ser amiga de una cristiana practicante auténtica de los mandatos del Evangelio, fuente de su vida y sus actuaciones, no separa su conducta de su religión ni sus principios.
En la estrechez o la holgura, cuando la tuvo, Celina Sosa ha acatado y cumplido los mandamientos en acción, fe y oración y ha ayudado al prójimo a resolver situaciones o tener un hombro donde apoyarse para avanzar.
No tiene un chele ni ningún bien material y cuando lo tuvo, ganado con trabajo y sudor, actuó con los pobres igual que ahora, especialmente con los de la Ciudad Colonial, donde estaba su famosa tienda de muñecas Elisa en la que daba cobijo a los desamparados que deambulan por esa área.
El convencimiento de que Dios manda amar al prójimo como a uno mismo la hace darle la mano a los necesitados. Celina diariamente reafirma su convicción evangélica, se acerca al pobre de amor, de compasión, de alimento, de aseo, de protección, de salud, cuidado y de misericordia.
Recientemente ofreció a quienes la amamos, una demostración de amor sin prejuicio ni límites, de respeto a la dignidad humana.
Durante meses esta buena dominicana se acercaba a un enfermo mental de los que no hablan y la gente les teme por deambular, dormir en las calles o debajo de una mata, sucios y mal olientes. Su piel era una costra de sucio acumulado varios años, por fin, hace unos días su amor venció la resistencia de Cachito: le tendió la mano y le permitió bañarlo, recortarlo y rasurarlo; volvió a verse humano con tan solo alguien dedicarle un poco de atención y tiempo.
La acción de Celina despertó la solidaridad de los vendedores del parque Independencia quienes completaron el baño a Cachito y se descubriera que tiene una hernia testicular muy grande que cuando le duele lo hace saltar. La gente se reía cuando saltaba, creyendo que era una “gracia” de su locura.
Emmanuel es un joven de hueso de cristal y otro milagro de la fe de Celina. Se recupera de la aguda desnutrición que lo mantenía inanimado y al borde del colapso. En esta obra sensibilizó a varios amigos sobre la condición del muchacho y a miembros de la iglesia a que asiste.
Wendolyn, enferma mental cuya historia conoce gente influyente de esta capital, fue rescatada de las calles e ingresada en el Centro de Salud Mental gracias al espíritu conmiserativo de Celina y su alto sentido de responsabilidad humana con el cual dignifica esta sociedad dominicana en que languidecen los valores humanos.
No hay decisión más difícil de cumplir que asumir los preceptos de una creencia. Hay que optar entre los deseos personales y los de su fe cristiana si es católico, evangélico, episcopal, adventista, mormón o testigo de Jehová; los de Mahoma si se trata del Islam, del budismo de Shakiamuni, de Nichiren Daishonin o de otros budas, dependiendo de la rama o del humanismo de cualquier tipo que se asume y proclama.
Todas las religiones obligan a actuar y seguir principios, promoverlos y velar por el bien del prójimo y de lo creado.
En estas sociedades, la dificultad de la práctica religiosa empieza con las desigualdades ocasionadas por la injusta distribución de los recursos de la naturaleza que hicieron los primeros “avivatos” del mundo en detrimento de los demás.
Sin embargo, en medio de los escándalos políticos nacionales y mundiales, hay seres que dan sentido y valor al humanismo, personas que hacen bien a otras sin otro interés que servirles siguiendo los principios de su religión como es el ejemplo de Celina Sosa.

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