¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

No es lo mismo llamar al diablo que verlo llegar. Muchos comunicadores considerados demócratas cuando se anuncian huelgas, jornadas de protestas, marchas, vigilias o denuncias sociales reaccionan desconociendo el derecho de la gente a protestar contra las condiciones que afligen o disminuyen su calidad de vida y estabilidad social.
Históricamente las personas se han defendido de los maltratadores y gobiernos dictatoriales mediante protestas sociales por ser los medios disponibles de quienes menos tienen. La huelga es un derecho que asiste a los trabajadores reconocido por los organismos internacionales.
En los países democráticos nadie critica que se haga huelgas, que se desnuden o enfrenten a los opresores, tampoco que se reclame ser oído o que se exija respeto a los derechos cívicos y políticos garantizados por las leyes que rigen la sociedad, pues hay una conciencia de derechos que no permite oponerse a que se reclame.
Los trabajadores cañeros, envejecientes que laboraron en los ingenios cuarenta a cincuenta años, llevan más de diez pidiendo sus pensiones que han tratado conseguir hablando con todos los presidentes, ministros y funcionarios, después de peregrinar frente CEA, el Ministerio de Trabajo, el IDSS, el Consejo Nacional de la Seguridad Social, el Congreso Nacional y hasta el Palacio Presidencial y nadie, nadie, nadie ha ordenado que se les entreguen las pensiones.
Ante la falta de atención a los reclamos ciudadanos ¿se debe criticar y condenar una protesta popular, una huelga regional o nacional? ¡Noooo! el pueblo no debe limitarse, lo deben hacer quienes se comprometieron a gobernar idóneamente el país y tienen la obligación de actuar y dirigir con justicia, equidad y respeto a los electores.
En este país es más común de lo deseable que gente de prestancia social, política y económica, acusen a quienes disienten dequerer quebrantar el orden, de alterar la paz, de tramar contra o ser enemigos del Gobierno del momento, de resentidos sociales, locos, desfasados, traidores a la patria, entre otros epítetos con los que se intenta impedir que las personas se manifiesten.
La democracia se basa en el reconocimiento de los derechos de la persona en el que los ciudadanos deben sentir que tienen derecho a expresar sus ideas, sus creencias y sus opiniones sobre todos los aspectos de la vida, la política, la cultura, la ciencia.
En las democracias cada individuo es un ciudadano con derechos inalienables para desarrollar sus potencialidades y utilizar sus ideas e iniciativas en beneficio propio y de los demás, reconociendo que el derecho de uno termina cuando empieza el derecho del prójimo.
Al enjuiciar a quienes protestan, pero no a quienes con sus malas acciones las provocan, se ignora que la gente tiene derecho a preservar la vida y la comunidad, su familia y el entorno ambiental, atribuciones a las que nadie debe renunciar.

Publicaciones Relacionadas