¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

Los pueblos haitiano y dominicano no son responsables de que sus ciudadanos crucen sus territorios en busca de mejores formas de vida en la isla habitada por dos naciones de culturas y lenguas diferentes.
Los culpables de que los haitianos y dominicanos tengan que salir de sus territorios para satisfacer sus necesidades son las naciones que invadieron estas tierras despojándolas de sus riquezas y sometiendo sus habitantes, abrogándose el derecho de propiedad de enclaves lejanos a sus fronteras mediante prácticas inhumanas de guerra y políticas coloniales.
El deseo de los europeos de apropiarse el continente americano y las Antillas tras las incursiones de Cristóbal Colón y las conquistas, ha sido la peor desventura de estos pueblos que jamás han podido ser dueños ni disponer de sus recursos, ni de su autonomía, sino existir a medias en las condiciones sociopolíticas y económicas que les han sido impuestas históricamente.
Esa decisión ha sido una condena mortal para los latinoamericanos y caribeños, con territorios de suelos fértiles, de mares cargados de peces y de cientos de especies aprovechables, hermosas playas, de infinitas variedades de frutas y víveres, donde sin embargo la gente muere de hambre, se enferma y lucha afanosamente para tener un empleo, educarse y satisfacer las necesidades básicas.
Lo lamentable es que los dominicanos y los haitianos, pese a pertenecer a las mismas tierras, se sienten tan distantes los unos de los otros por barreras culturales, los prejuicios y las intolerancias sembradas por los grupos de poder cómplices de las desgracias de ambos pueblos y promotores del odio en ambos países.
Tanto en Haití como en la República Dominicana cada cierto tiempo, como oráculo disociador, se exacerba la intolerancia mediante la difusión de mensajes de situaciones humanas naturales dadas en las relaciones entre personas extranjeras migrantes que son utilizadas por personas de mentes aviesas, ociosas e inhumanas con fines de generar conflictos y enfrentamientos entre vecinos.
¿Qué ganan esos grupos con el caos y los pleitos entre dominicanos y haitianos? Sembrar el miedo y el terror en los pobres, que son quienes cruzan las fronteras en busca de trabajo en los salones de belleza, los mercados, las tiendas, en zonas francas, en la agricultura, la construcción, el servicio doméstico.
Beneficiarios de esa sobre oferta de mano de obra son los grandes y medianos empresarios que aprovechan la precariedad social y la falta de documentos para pagar salarios de miseria, incumplir las leyes laborales y evadir el pago de las prestaciones y la Seguridad Social.
Quienes se dedican a sembrar odios y distancias entre dominicanos y haitianos están conscientes de que sus actividades impiden establecer la paz y la armonía que ha de existir en los dos países que conviven y habrán de convivir por siempre en la Isla Hispaniola.

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