¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

Se entiende que un país es exitoso cuando las estructuras organizativas del Estado funcionan eficazmente previendo solución a los problemas y las eventualidades para que la ciudadanía no sufra inconveniencias.
Los países como el nuestro, organizados como repúblicas, tienen ministerios o secretarías para facilitar la administración del Estado. En la cima hay una figura principal: el Presidente, seguido de un grupo de empleados que dirigen las dependencias administrativas estatales.
Esas dependencias se dedican a asuntos derivados de las actividades sociales, económicas y políticas del país: hay ministerios para ocuparse de la educación, la salud, las finanzas, la cultura, la defensa, la minería, la mujer, la agricultura, el trabajo, la seguridad social. Cuando las personas que se contratan para dirigir las distintas entidades desconocen o incumplen sus responsabilidades obstruyen el desarrollo y la consecución del bienestar social.
Preocupa al ciudadano interesado en que no se detenga el progreso ni el orden institucional que los problemas se afronten con una visión de conjunto real, que los recursos se aprovechen equitativamente y no se produzcan las dudas sobre su uso y que las inversiones se hagan en sintonía con las prioridades de las comunidades.
Actualmente, como dice la gente popularmente, el Presidente recorre el país “saltando charquitos” y abordando asuntos económicos, sanitarios, agropecuarios, de seguridad social, culturales, entre otros, que deben asumir los ministerios del Estado con presupuestos elaborados de acuerdo a las políticas públicas derivadas del mismo programa de gobierno del mandatario.
Quizás el gobierno debiera analizar la efectividad de esa política debido a que cuando se viaja por distintas regiones del país los parroquianos se lamentan de que en sus comunidades se construyen obras que luego pasan años sin funcionar, como ocurre en el litoral norte, en las localidad de Copeyito, donde se inauguró hace dos años un Centro de Atención Primaria que nunca ha funcionado.
Comunidades del municipio de Cabrera ansían la construcción de caminos vecinales. Campesinos e inversionistas de la zona consideran prioritario la habilitación de carreteras que permitan sacar los productos y facilitar el desplazamiento por esos parajes.
Son localidades cuyos pueblos parecen fantasmas debido a las pésimas condiciones de las carreteras y caminos vecinales. Los campos sin cultivos, la gente cabizbaja y famélica, la aridez y el sol abrasador contrastan con las estafetas de bancas de lotería que abren algunas veces a la semana porque los habitantes no tienen cuartos para jugar.
El progreso aparente de la capital y las grandes ciudades se desluce con la desoladora pobreza de las comunidades suburbanas y de monte adentro. Planificar el desarrollo es mejor que improvisarlo.

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