¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

En la República Dominicana el crimen en su forma más espeluznante, en los años 30, 40,50 era practicado por el dictador Rafael Leónidas Trujillo y sus secuaces, sometiendo los desafectos del régimen a los horrores de la tortura, ahorcándolos, descuartizándolos, electrocutándolos, quemándolos, apaleándolos, entre otras maldades imposibles de ser cometidas por personas mentalmente sanas.
Se pensaba que para cometer un crimen similar a los que se hacían en la Era de Trujillo había que ser de la catadura de los seguidores del tirano. Sin embargo, esta nación ha cambiado tanto que hoy la violencia y los asesinatos ya no son monopolio absoluto del poder; los actos delictivos compiten en crueldad con los de esa época.
El crimen se manifiesta mayormente en los grupos sociales más vulnerables: las mujeres, las personas mayores, los niños y niñas mostrando los atacantes carecer de piedad, compasión, raciocinio y valores humanos que refrenen sus malos impulsos.
En la última década en el país han muerto a manos de sus parejas 1,166 mujeres y en lo que va de este año 45. La violencia de género solo puede cambiar mediante el establecimiento de políticas educativas dirigidas a crear buenas normas en la relación de pareja y la convivencia familiar.
En los últimos días la población ha sido estremecida con la muerte de la joven Emely Peguero, de tan solo 16 años, embarazada de una relación que, al parecer, tenía con consentimiento de su familia con Marlon Martínez de 19 años, quien confesó haberla matado sin que hasta ahora se hayan esclarecido los detalles del abominable acto.
Como sucede con este tipo de crímenes, las informaciones son inexactas, los rumores de toda índole circulan en los medios de comunicación, las autoridades policiales dicen profundizan las investigaciones y aumenta el morbo alrededor de una historia de la que se hablan mentiras y verdades.
La muerte de Emely y de otras jóvenes desaparecidas y asesinadas cuyos casos no han tenido la misma atención mediática han puesto de relieve una realidad: la sociedad dominicana está atrapada en la modernidad y no se ha adecuado a los cambios socioculturales garantizando a las nuevas generaciones una adecuada educación y formación que les habilite para afrontar la vida sin exponerse a riesgos.
La familia: padres, madres, hermanos (as) lucen perdidos y desorientados con las nuevas generaciones. Ninguno, o muy pocos, cumplen sus roles. No quieren complicarse criando niños y niñas, impartiéndoles buenas normas de comportamiento que contribuyan a sustituir los viejos paradigmas machistas por otros en que el varón acepte a la hembra como una persona con los mismos derechos, atributos y necesidades que los de él. Solo así terminarán los crímenes contra las mujeres.

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