¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

El asesinato premeditado se ha convertido en el crimen más común en el país reflejando la mayoría de éstos las atrocidades que puede concebir la mente de personas capaces de arrancar la vida a otra sin remordimientos.
La muerte del profesor Juniol Ramírez en plena vida productiva y exitosa carrera profesional, ha conmovido a la población especialmente a los sectores educativos y a los segmentos sociales dedicados a la defensa del patrimonio nacional y la justicia social.
Martilla la mente de los amigos y personas que trataron al profesor Ramírez la pregunta ¿quién pudo planear darle una muerte tan cruel a un joven que se esforzó en dedicarse a estudiar para labrarse una carrera con la que logró escalar una mejor posición que le permitiera aportar útilmente al bienestar de su país?
En el transcurrir de los meses la sociedad dominicana contempla atónita la ocurrencia de asesinatos cada vez más horrendos como si los autores se dedicaran a superar la maldad en una competencia que las autoridades no han sido capaces de poder sofocar.
El caso de Juniol Ramírez adquiere un significado especial al tratarse de un activista de la lucha contra la corrupción con presencia en los medios de comunicación, promotor y ejecutor de iniciativas en los tribunales de la República y defensor visible de múltiples causas sociales.
Cuestionador de los poderes facticos y de la justicia, urge que esa justicia y esos poderes hagan el mayor y mejor esfuerzo para establecer y castigar a los culpables de este crimen. Mientras más tarde en esclarecerse el caso, más fértiles y fantasiosas serán las especulaciones y los rumores que afectan en lo fundamental la imagen del Gobierno dominicano.
La sociedad dominicana no debe permitir el retorno a escenarios donde el crimen y la impunidad coexistan al amparo del descuido, la impericia o la culpabilidad de quienes deben garantizar la vida, la tranquilidad y el ejercicio pleno de los derechos a ciudadanos y ciudadanas.
No debemos, no podemos y no vamos a acostumbrarnos a la violencia criminal. Hay que elevar el reclamo de justicia tan alto que se escuche en todos los rincones e intersticios de la sociedad dominicana de tal forma que la impunidad termine en todas sus formas y manifestaciones.
Juniol Ramírez era una voz contra la impunidad y, al margen de las causas de su asesinato, hay que continuar exigiendo transparencia, castigo a la corrupción y respeto a las reglas de la democracia y al régimen de derechos.
Paz a su alma, resignación a su familia y luz, mucha luz en su viaje final.

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