¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

La creación de una oficina comercial de la República Popular China en el país era preludio de que las relaciones bilaterales entre esa nación y la República Dominicana se oficializarían en poco tiempo, como ha sucedido.
La consumación del matrimonio dominico-chino ha sido acompañado de una andanada publicitaria que busca hacer parecer que la decisión del Gobierno era demandada por la población, especialmente por los sectores productivos y los comerciantes.
En las notas difundidas, funcionarios, representantes de asociaciones empresariales, comerciantes y activistas culturales han manifestado sus expectativas ante la oficialización de las relaciones diplomáticas con la República Popular China. Todos, menos los “chinitos de Bonao”, a quienes parece no se les tomó en cuenta. Hubiese sido interesante que a ellos también se les hubiese preguntado.
¿Esta campaña publicitaria sobre este hecho evidencia que los peledeístas temen “ponerse en mala” con el gobierno norteamericano y los grupos retardatarios del norte?
El Gobierno ha calificado de trascendental la decisión anunciada el pasado lunes por el consultor jurídico del Poder Ejecutivo, Flavio Darío Espinal, en el Palacio Nacional.
“Anunciamos a la nación que hemos tomado la decisión de establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China, con el convencimiento de que esta decisión será extraordinariamente positiva para el futuro de nuestro país”.
Mientras se daba la inesperada información, el canciller Miguel Vargas Maldonado y el Ministro Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, firmaban en Beijing el comunicado conjunto que norma las relaciones diplomáticas entre los dos países, en horas de la mañana del martes en ese lado del mundo.
Entre las explicaciones que justifican las relaciones diplomáticas con China se señala que es la segunda economía global y su base manufacturera y exportadora es líder mundial, que tiene el sistema bancario con mayores depósitos del mundo, es el consumidor con una demanda más creciente y es tanto el destino como el origen de algunas de las empresas más innovadoras del mundo en terrenos que van desde la inteligencia artificial a las ciencias de la salud.
Los enunciados anteriores son más que convincentes para que cualquier país, especialmente si es pobre, quiera ser amigo de una nación tan poderosa. ¿Por qué tantas explicaciones para justificar una medida que debió haberse tomado desde hace tiempo, siendo la República Dominicana un país soberano?
Se ha escuchado las expectativas de los amigos de la China real, es decir, de la República Popular China, entre ellos, Roberto Santana, que dirige desde hace muchos años la entidad de hermandad con esa nación, al ex presidente fundador del Barrio Chino, Juan Paniagua, y comerciantes de las calles Duarte y la Benito, entrevistados por la Oficina de Comunicación del Gobierno para que expresaran sus consideraciones en torno a la medida.
La oficialización de las relaciones con China ha desbordado la imaginación de los sectores productivos: el sector turístico pretende atraer una porción de los 135 millones de turistas que viajan anualmente, los comerciantes diversificar y ampliar el comercio y las compras, entre otros.
¿Existen las estructuras y condiciones para lograrlo? El reto ahora es que las empresas públicas y privadas se organicen para alcanzar sus sueños y las metas de fomentar el intercambio comercial, agrícola, cultural, educativo, tecnológico con acuerdos beneficiosos para ambas naciones.

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