¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

Los dominicanos se sientendecepcionadosde una gran parte de los servidores públicos que no actúan como veladores delas funciones del Estado, sino como subalternos de poderes extraños y sectores privados, ante los que se muestran genuflexosy diligentes en cumplir sus órdenes echando a un lado el interés nacional.
Los países en desarrollo, clasificación en la que se encuentra la Republica Dominicana, son asediados por los dueños de las grandes empresas y capitales que andan por estos territorios buscando la forma de explotar los recursos con negociaciones onerosas para estas naciones necesitadas de aprovechar sus riquezas para alimentar sus economías.
A los capitalistas el deterioro ambiental no los detiene en su búsqueda para incrementar sus beneficios económicos en los lugares que poseen yacimientos de oro, metales de uso intensivo en la generación de tecnologías, agua potable, tierras raras, petróleo, piedras preciosas, plantas medicinales, aves exóticas y todo aquello que sea industrializable, vendible y mercadeable con grandes ganancias.
Las inversiones extranjeras realizadas en los países caribeños y en toda América Latina han contribuido al deterioro del capital natural empobreciendo a sus poblaciones. La República Dominicana es uno de los más afectados por estos pasivos creados al generar riquezas por empresas que en principio se asentaron en localidades deprimidas como Pedernales, donde la Alcoa Exploration Company laceró para siempre tierras de la zona sacando la bauxita de sus entrañas que jamás han podido ser restauradas.
Para evitar o disminuir los impactos negativos de estas intervenciones los estados han aprobado leyes, normas, reglamentos y variados instrumentos de gestión ambiental como el ordenamiento territorial, la creación de áreas protegidas que garantizan los servicios ambientales estratégicos como el agua, la productividad de los suelos y la biodiversidad.
Ahora el interés de los ricos depredadores y de los políticos oportunistas que se proponen enriquecerse valiéndose del poder que les da ocupar una función en el Estado, ser pariente del Presidente o de las autoridades de cualesquiera de las instituciones estatales, se ha dirigido a ocupar terrenos que por su importancia en el equilibrio de la ecología y el medio ambiente son canteras de riquezas factibles de ser explotadas y generar abundantes beneficios que los convertirían en millonarios en poco tiempo.
Para alcanzar esta meta solo tienen que burlar el ordenamiento jurídico con el apoyo o la indiferencia de funcionarios del Ministerio de Medio Ambiente, Minería, Agricultura, Aduanas, Migración o la Justicia, para disponer de las facilidades para usufructuar, con gran perjuicio y escasa compensación para el pueblo dominicano, las riquezas que posee el territorio nacional.
La voracidad de esos grupos se dirige especialmente a las áreas naturales protegidas del país, como revelan los casos de los parques nacionales Valle Nuevo, Máximo Gómez y Sierra de Baoruco, las pretensiones sobre Bahía de las Águilas, la destrucción de manglares costeros, la extracción de agregados.
Hechos insólitos que cuestionan el rol del Ministro de Medio Ambiente sonla disposición de la Subsecretaría de Recursos Forestales que permite la intervención de todos los bosques creados a partir del año 1984 en Sabana Clara y Villa Anacaona, en una subcuenca del río Artibonito; el derrumbe de la gran montaña que bordea el Este del casco urbano de Samaná, para levantar un complejo habitacional llamado La Aguada, violando las leyes y el ordenamiento natural de la zona.
Hay que enfrentar este desastre. Los pecados ambientales de unos pocos aseguran el infierno de todos.

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