¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

La Romana es uno de los pueblos más jóvenes de la República Dominicana cuya población originaria se conformó con migrantes de diversas partes del país y de naciones próximas como Haití, Puerto Rico, Saint Kits, Tórtola, San Marteen, Nieves, Jamaica, Islas Turcas, entre otros enclaves antillanos y de España e Italia.
Del nacimiento de La Romana hay varias versiones. Una dice que fue conformada con una concesión del Congreso Nacional para instalar una refinería a iniciativa de una empresa cubana, y otra que empezó con el establecimiento de una balanza romana para pesar las mercancías que transitaban por el puerto en el siglo XVI.
El desplazamiento constante de personas que iban a pesar mercancías en la balanza romana, dio el nombre a la ciudad que, posteriormente, el 14 de septiembre del 1944, el Congreso Nacional creó la provincia de La Romana, mediante la Ley No 697, dato aportado por Danilo Caraballo, romanense fiel que pese a haber emigrado a Santo Domingo, no se ha desvinculado de sus raíces ni de sus amigos.
Para la gente de edad del pueblo, la ciudad se pobló con gente de los pueblos cercanos como San Pedro de Macorís, Higüey, El Seibo, Sabana de la Mar, Bayahibe, Chavón, Hato Mayor, Santo Domingo y de la región del Cibao, atraídos por las oportunidades de empleo que representaba el ingenio azucarero Central Romana.
Los puertorriqueños, los haitianos y los ingleses de las Antillas, vinieron buscando los empleos del ingenio que requerían una mano de obra de cierta calificación que ellos poseían por haber laborado en ingenios azucareros de la región, desplazándose entre las islas.
La vida de los romanenses se caracteriza por depender casi exclusivamente del ingenio azucarero, del turismo, la zona franca y el comercio informal, ámbitos en los cuales hay sectores que escalaron posiciones estables, pero una gran mayoría vive en la miseria por falta de una política económica equitativa que amplíe la generación de ingresos y empleo en la provincia.
La Romana es una ciudad de gente trabajadora, jamás rehúyen sus responsabilidades sociales y políticas como demuestra el hecho de que, en las invasiones sufridas por el país, los romanenses estuvieron en el frente como también lo hicieron en las luchas contra la dictadura de Trujillo y el gobierno de los 12 años de Joaquín Balaguer.
La Romana se ha beneficiado grandemente de la acogida que brinda a los migrantes: sacerdotes como el padre Juan Antonio Abreu, oriundo de Jarabacoa, y Sebastián Cavalotto, procedente de Mont Forte de Alba, Italia, el obispo William Skilton, contribuyeron a su desarrollo construyendo numerosas obras que han mejorado las condiciones de vida de los habitantes.
Esta ciudad posee numerosos símbolos para sus habitantes, entre ellos, la imagen de Santa Rosa de Lima, su patrona, y la iglesia erigida con aportes de la comunidad y del Central Romana; la peluquería Santa Rosa, del maestro Danny Ávila, centro de tertulias culturales y políticas donde se citan los amigos que hacen vida activa en la localidad; la Casa de Puerto Rico, el parque Central y el Puerto, entre otros.
La Romana es una de las provincias más pequeñas del país, pero es cuna de ciudadanos y ciudadanas que no escatiman esfuerzos ni sacrificios por su patria, por su independencia y por su desarrollo.

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