¿Les digo algo?

¿Les digo algo?

Acaba de finalizar febrero, mes que simboliza en la República Dominicana, Cuba y México, entre otras naciones latinoamericanas y caribeñas, los anhelos de libertad por los que han tenido que resistir las intenciones de otras naciones poderosas de dominarlas y someterlas a sus dictámenes.
Este febrero fue para Venezuela, Cuba y Nicaragua de templanza en sus luchas libertarias, en las que han encontrado, como ha sido una constante en la región, el respaldo de los pueblos y gobiernos conscientes del derecho a ser libres inherente a todas las naciones y pueblos del mundo.
El mes pasado, los enemigos del proceso bolivariano en Venezuela intensificaron la campaña mediática y pusieron en marcha nuevas estrategias de desestabilización con intención de sacar al presidente Nicolás Maduro y su gobierno de la dirección de la República.
Los norteamericanos y los sectores de la derecha venezolana auspiciaron la proclamación de un presidente paralelo intentando extinguir la templanza de los venezolanos, además de activar nuevas medidas del bloqueo contra Cuba, como una forma de debilitar el respaldo que la mayor de las islas de las Antillas ha manifestado decididamente a las luchas venezolanas.
Pese a la maquinaria mediática de descrédito montada contra Maduro, en los organismos internacionales se libró una contienda diplomática contra una posible intervención militar: en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización de Estados Americanos (OEA) y ante el llamado Grupo de Lima, diluyendo las maquinaciones de Donald Trump para crear las condiciones de invadir Venezuela.
Mientras el secretario general de la OEA, Luis Almagro, gestionaba con los norteamericanos y la derecha venezolana agudizar la crisis de esa nación, los países del CARICOM se pronunciaban contra las intenciones de desconocer el gobierno del presidente Maduro y Rusia advertía a Trump la peligrosidad de promover una nueva invasión en Latinoamérica.
Da pena Almagro en la complicidad de echar por tierra la decisión legítima de los venezolanos de cambiar el tipo de gobierno capitalista por el socialista en su búsqueda de alternativas para salir de la pobreza y desarrollarse bajo una visión diferente en la administración de sus recursos naturales y de las riquezas que conforman su estructura económica, cultural y política.
Enfrentar los imperios en los organismos mundiales donde se agrupan las naciones del mundo requiere que los representantes de los países sean hombres y mujeres de firmes convicciones humanísticas, defensores de los derechos de la humanidad y la soberanía de sus pueblos, con coraje y valor para enfrentar las pretensiones e intereses de los grandes países hegemónicos.
Estas pretensiones han generado invasiones militares, como la sufrida por República Dominicana en 1965, con la adhesión forzada de países latinoamericanos y caribeños que han debido luchar desde sus orígenes contra las naciones guerreristas que se repartieron el mundo después de la segunda guerra mundial.
Nada justifica la supremacía de una nación frente otra, todas las naciones son libres de determinar su destino y, en esa convicción, deben unirse las voluntades de los hombres y las mujeres del mundo.

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