¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

¡Qué absurdo! el dominicano aprueba que las niñas y las mujeres negras y mulatas se enfermen y se les caiga el pelo por desrizarse, lacearse y teñirse por no reconocer que desciende de etnias africanas cuyos cabellos son crespos y su piel negra, como las tienen la mayoría de los habitantes del país.
Esta actitud, enraizada en la cultura por la negación y rechazo al negro, ha sido promovida generación tras generación por los grupos que han dirigido el país con una visión eurocentrista, negadora del origen afro de los pueblos de las Antillas y de América Latina, a los que siempre han ignorado y mantenido desvinculados de sus propias raíces.
Ninguna autoridad tiene derecho a obligar con palabras, actitudes o leyes a ninguna persona a cambiar su imagen o su personalidad para ser aceptado socialmente.
Estas conductas de desprecio a los orígenes de nuestro pueblo no sólo exponen a negras (os) y mulatas (os) a enfermedades causadas por los alisados, las tenazas y tintes, sino también a las burlas de los «más claritos” que se consideran blancos y superiores.
En los últimos meses se han conocido vejámenes e imposiciones en escuelas, espacios laborales, y otros centros de uso público donde se exige transformar pelo y llevar el peinado que no parezca de negros.
Un amplio debate ha imperado en las escuelas, universidades, hogares y centros de diversión sobre las burlas de la que son objeto las personas negras por quienes se consideran blancos e incluso de los mismos negros quienes justifican las mofas diciendo que son chanzas, obviando que esos relajos afectan la autoestima de la persona que las recibe.
En este país pueden contarse con los dedos de las manos las niñas y los niños negros que no han sufrido burlas por tener el “pelo malo, por ser negro y pobre”.
Esta es una verdad de la que podemos hablar por haberla vivido en carne propia y por haberla sufrido junto a mis amigos cuando éramos niños y también de adultos. Lo vi suceder con la generación de mis hijas y lo veo con la actual generación.
Sí, se sigue maltratando a las jóvenes y niñas que no se alisan, a las que se peinan con moñitos, al niño de pelo “kinki”. En fin, son víctimas de las burlas o la desaprobación social, quienes no se adaptan al canon de belleza blanca.
En los colegios y escuelas muchas maestras obligan a las alumnas a que les pidan a las madres que las desricen. Les dicen que se ven feas y las comparan con las niñas blancas o alisadas, creando en sus conciencias la idea de que lo negro es feo, carece de valor y es denigrante.
Las madres alisan las niñas, aunque los productos que se usan para hacerlo les laceren el cuero cabelludo, les provoquen alergias o les tumben los cabellos, entre otros problemas, violando además sus derechos con el beneplácito de la sociedad que no reacciona a estas prácticas inhumanas en un mundo supuestamente civilizado.

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