¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

“La libertad de expresión no vale nada sin la libertad de pensamiento”. José Luis Sampedro.

Decía el maestro y político Juan Bosch que en política hay cosas que se ven y cosas que no se ven. Las mujeres y los hombres que habitamos esta tierra, que no nos iremos a otro país y moriremos en ella, debemos darle cráneo a la frase del insigne vegano.

¿Qué vemos y estamos viviendo en la política dominicana hoy?

Un sistema de partidos en decadencia.

Líderes políticos desacreditados y enriquecidos.

Nuevos y viejos partidos sin ideologías ni propuestas.

Concesiones, contratos y negocios mafiosos que comprometen el presente y el futuro del país.

Deterioro progresivo de derechos laborales y reivindicaciones sociales.

Movimientos de ciudadanos inconformes.

Un sistema judicial en crisis.

Un presidente presionado para que se reelija sin importar que falte a su palabra y al ordenamiento jurídico.

Corrupción en los sectores público y privado.

Vividores aspirando a mantenerse pegados a la teta nacional.

Vocinglería xenófoba.

Negocios mezquinos con los recursos naturales.

Creación de leyes ignominiosas.

Incremento del crimen y la violencia.

Delincuencia y perversión de policías y militares.

Malos ejemplos por doquier a las nuevas generaciones.

Irrespeto a la vida.

Violaciones a los derechos humanos.

Ante este panorama y pensando en lo dicho por Juan Bosch ¿Qué es lo que no vemos actualmente en la política?

A quién o quienes les interesa el imperio del caos en el país.

¿Quién es el verdadero enemigo de la dominicanidad?

¿Qué fines se persiguen azuzando las malquerencias entre dominicanos y haitianos?

¿Cómo se nos despoja de la capacidad de ser y sentir como habitantes de un entorno geográfico caribeño y antillano?

Desde los orígenes de la República hemos sido gobernados por poderes que nos han vendido la idea de que lo criollo es malo, no sirve. Poderes que han utilizado nuestra dependencia para despojarnos de nuestras riquezas naturales, favorecer grupos locales que les sirven y nos dividen para que se diluyan los avances alcanzados con las luchas de un pueblo que ama la libertad y procura el bienestar.

Mientras tanto, las fuerzas de la rebeldía y la voluntad de cambio, que apenas asoman y son todavía invisibles en el espectro político, se incuban en el caldo de la indignación y la impotencia.

Pero ese es tema para otra entrega.

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