¿Les digo algo?

¿Les digo algo?

El movimiento sindical ha reclamado a las autoridades remitir la celebración del Primero de Mayo a esa fecha, por ser una conmemoración sagrada de los trabajadores, demanda que debería ser atendida a fin de que la clase obrera del país no se desvincule de sus valores.
Hacia 1880 los trabajadores (as) norteamericanos ofrecían su fuerza de trabajo en condiciones de explotación y esclavitud, no tenían horario, los salarios eran ínfimos y las exigencias de los patronos inhumanas, extremas y abusivas.
Ciudadanos de Europa, Asia y América Latina emigraban a los Estados Unidos, igual que en el presente, buscando mejores condiciones de vida mediante los empleos que había disponibles en los distintos estados de la Unión Norteamericana, promotora de una rica industria.
Los empresarios contrataban los obreros sin ningún compromiso, exigían más de 18 horas de labores, situación que hizo pensar a defensores de los trabajadores que el día debía ser dividido en ocho horas para trabajar, ocho para estudiar y la familia y ocho para dormir, propuesta de Gabriel Edmonston que fue asumida por las organizaciones sindicales en el IV Congreso de la Federación de Gremios y Uniones Organizados.
El reclamo de mejores condiciones laborales costó a los trabajadores inmigrantes y norteamericanos jornadas de duras luchas en las que muchos de ellos fueron apresados y asesinados por la policía privada empresarial o Pinkertons.
Los enfrentamientos fueron reseñados por los periodistas José Martí, padre de la independencia cubana quien vivió en Estados Unidos y Auguste Spies, alemán anarquista, director del Arbeister Zaeitun, quien además se convirtió en líder obrero.
El primero de Mayo fue declarado Día Internacional del Trabajo en conmemoración a esas luchas de los mártires de Chicago que reivindicaron las 8 horas, son: Auguste Spies, Michael Schawab, Albert R. Pearson, Samuel Fielden, Louis Lingg, Adolph Fisher, George Engel y Oscar Neebe,
¡Loor a todos ellos!
El Primero de Mayo encuentra al movimiento sindical dominicano en la misma crisis con que subsiste desde hace muchos años a causa de que los empleadores se han propuesto no compartir sus haberes con quienes le aportan su fuerza muscular para que aumenten sus riquezas.
Todavía entre esos sectores hay quienes actúan para impedir la libertad sindical. Antes de la tiranía, en ella, en el gobierno de los doce años y en todos los sucesivos, los empresarios y los gobiernos han invertido recursos y aplicado métodos arbitrarios para impedir el derecho de los trabajadores a organizarse, dividiendo y desacreditando sus dirigentes mediante la compra de conciencia con lo cual se ha estancado el movimiento obrero.
En este país, en franca violación a la Constitución, aún se prohíbe el derecho a sindicalizarse. Hay grupos empresariales, funcionarios públicos y privados que cancelan los obreros si intentan fundar sindicatos. El colmo de esta oposición es que algunas empresas multinacionales exigen como condición para instalarse que no haya sindicalización.
Muchos empresarios ven el sindicalismo como enemigo cuando lo cierto es que fortalece las relaciones entre empleador y trabajador, conciliando los intereses de ambos lados con justicia y equidad.
Corresponde al movimiento obrero transformar esta relación para lograr sociedades donde impere la justicia, la paz y el bienestar para las grandes mayorías.

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