¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

La desconstrucción de los estereotipos de una masculinidad y feminidad basada en las desigualdades entre hombres y mujeres en la República Dominicana y el mundo, es un hecho que se producirá pese a las manipulaciones de los sectores opuestos a una sociedad más humanizada.
El siglo pasado los grupos feministas promovieron esfuerzos a nivel mundial y ante la Organización de las Naciones Unidas para que se reconozca a la mujer sus atribuciones y potencialidades en las mismas dimensiones que se le reconocen al hombre, demanda asumida por los países integrados en el organismo para el entendimiento universal.
La mujer ha asumido su emancipación desde el surgimiento de las primeras sociedades, conquistando siglo tras siglo abrir los espacios que les eran vedados, desmontando los prejuicios que le impedían acceder al estudio, al trabajo, a las ciencias, la política, a decidir por sí misma, a opinar, a tener derecho, entre otras prerrogativas que se otorgan de manera natural a los varones.
Las Naciones Unidas declararon los años 70 como Década de la Mujer, concibiendo políticas para propiciar la inserción de las mujeres en los estamentos sociales de dirección, en el ámbito de los derechos humanos, políticos, económicos y culturales.
Fue necesario crear legislaciones para visibilizar la mujer como ente social activo, capaz, productivo tanto en el hogar como en los lugares donde actúa transformando el ambiente con los recursos que tiene al alcance, factores que contribuyeron a se crearan leyes de protección para ellas y sus hijos e hijas.
El país es signatario de los acuerdos para garantizar a la mujer labrarse su destino estableciendo leyes como las 24-97, 390 de 1940, 855 de 1978, que iguala a la madre y al padre frente a la dirección familiar, 985 de 1945, establece modalidades diferentes para el reconocimiento voluntario o involuntario por parte del padre de los hijos nacidos fuera del matrimonio, 14-94 Código del Menor, que modifica la Ley 985 y protege a los menores, la 86-99 del Comité Interinstitucional de Protección a la Mujer Migrante (CIPROM), la 55-97 de eliminación de la discriminación de la mujer en el acceso a la tierra, entre otras legislaciones.
Sin embargo, estos propósitos no se lograrán si no cambian los paradigmas comunicacionales, culturales, educativos y la formación del niño y la niña por otros nuevos productos que impliquen una valoración más equitativa de la persona, varón o hembra, distinta a la establecida.
Mientras en otras naciones las políticas por la igualdad de género y los derechos de la mujer han sido asumidas con determinación (Cuba, Argentina, Chile, Brasil, México) aquí han empezado parcial y tímidamente, desvirtuando el espíritu de las leyes favorables al desarrollo del sector.
La orden departamental No. 33-2019 del Ministerio de Educación, que establece como prioridad el diseño y ejecución de la política de género en el sistema educativo pre universitario, no debe ser vista como un cuco por los padres y las madres.
No es verdad que esta enseñanza inducirá al niño a cambiar de sexo, ni que confundirá su género, quienes eso crean lo que tienen que hacer es dar seguimiento a la formación de sus hijos en la escuela, quienes no aprenderán otra cosa diferente que no sea apreciarse y valorarse más como seres humanos cohabitantes en el mismo planeta.

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