¿Les digo algo?

¿Les digo algo?

Diversos sectores no entienden el descontrol de la dirigencia del partido en el poder sumergido en el proceso previo a las primarias en que la militancia de la organización escogerá al candidato presidencial que llevarán en las elecciones del próximo año 2020.
Las primarias del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) deberían ser ejemplo de las virtudes democráticas y servir de educación ciudadana, por tratarse de una actividad de la organización que fue creada y dirigida por el profesor Juan Bosch, demócrata cabal y de ejercicio político ético y honesto.
A medida que se acercaba el tiempo de pensar en el candidato que el PLD debía presentar a las elecciones del año que viene, posición que aspiraban ostentar muchos dirigentes formados políticamente por el mismo profesor Bosch, aparentemente olvidaron las lecciones de moral política que les enseñó el maestro a quien, incluso, juraron emular en sus actuaciones y sus ideas independentistas.
En los últimos años de la gestión del presidente Danilo Medina, el ambiente y las relaciones entre los peledeístas se proyectaban tirantes y la población empezó a criticar la manera imprudente como percibía se estaban comportando la mayoría de los dirigentes y funcionarios con posiciones en el Estado y el gobierno.
Aunque las principales cabezas de ese partido, Leonel Fernández y Danilo Medina, se esforzaban en aparentar armonía entre ellos, vox populi, corrían comentarios de las pugnas que estaban librando por el liderazgo de la organización y la vuelta al poder.
Para muchos, un ejemplo de que Medina y Fernández se peleaban por el poder es que, supuestamente, desde la Presidencia, se utilizó a Quirino Paulino Castillo, juzgado por narcotráfico en los Estados Unidos, para desacreditar al expresidente y presidente actual del PLD con el objetivo de restarle simpatía entre los electores.
En la lucha por el poder, tanto el presidente Medina, a través de Gonzalo Castillo, como Leonel Fernández, han dado demostraciones de estar dispuestos a no ceder un ápice para conseguir sus propósitos de mantenerse dirigiendo el país, aunque para ello deban violar todas las normas de la democracia y la prudencia ética que debe regir el quehacer político.
Si bien se habla de que con los gobiernos del partido morado el país ha experimentado un creciente desarrollo económico, la población se queja de los deficientes servicios de salud, del desempleo, la carestía de los alimentos y de los medicamentos, renglones para los que muchas veces se ha anunciado la adquisición de préstamos para solucionarlos permaneciendo igual la situación, mientras, en cambio, se nota el progreso de los que ejercen puestos importantes en el gobierno.
Que la Constitución de la República enuncie que aquí existe un “Estado de Democrático de Derecho” no asegura que así sea, la democracia exige que quienes dirigen sean prudentes, faciliten la participación, la diversidad, el respeto y la tolerancia por igual de todos los ciudadanos en función de sus derechos y su dignidad.
Quienes desean continuar dirigiendo el país descrito como “Estado Democrático de Derecho” deberían respetar y enaltecer los valores democráticos en todos sus actos.

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