¿Les digo algo?

¿Les digo algo?

El fin de semana pasado estaba dedicado a conmemorar el Día de las Madres, sin embargo, esta ocasión estuvo ensombrecido por las muertes de muchas de ellas víctimas de la pandemia que ha causado dolor y tristeza a los hogares e incertidumbre.
Ayer, en vez de alegría, para muchas madres hubo mortificación en su empeño de proteger la vida y la salud de sus familias y la suya propia, fueron defraudadas por las autoridades de la Comisión de Alto Nivel para la Prevención y el Control del Coronavirus en la que el presidente de la República delegó la responsabilidad del Estado de velar por la seguridad de la población durante la pandemia.
Las madres habían sacado de agenda la fecha destinada a exaltarlas, creyendo que se recordaría con la cautela demandada por la situación que se está viviendo como hicieron otros países limitándose a las redes sociales y llamadas a fin de no propiciar aglomeraciones.
No se explica que luego de varios meses de encerramiento para supuestamente detener el avance de la pandemia fuesen las mismas autoridades decidieran abrir los negocios de las plazas exponiendo las personas a contraer el virus en espacios donde los concurrentes se olvidan de las normas elementales de prevención y educación.
La decisión de la Comisión provocó que la población que se mantenía aun respetando los protocolos de la cuarentena, abandonaran el confinamiento, especialmente los sectores que se ganan el sustento en la economía informal, que se lanzaron a las calles a comercializar todo tipo de artículos.
El acto fue una especie de mensaje subliminal que ha sido interpretado por el imaginario colectivo como ejemplo de que las mismas autoridades no conceden importancia a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para evitar el avance del coronavirus.
La flexibilización de las medidas hace pensar a la gente que el peligro del COVID-19 ha cesado, pese a cada día registrarse nuevos casos de contagios y engrosar las estadísticas de los que abandonan este mundo a causa de la enfermedad.
En estos momentos en más de 490 hogares de familias dominicanas hay madres llorando tristemente la muerte de un hijo, un esposo, un hermano o un amigo, pérdidas de las que se ignora cómo entraron en contacto con el virus, ni en cuales circunstancias lo contrajeron.
Como dice el himno escrito por la poeta Trina de Moya: “Cubramos con flores la tumba sencilla /de madres que moran en la eternidad, / y ornemos con flores la frente que brilla,/que aun brilla y esplende la maternidad. / Para ello escojamos frescas azucenas / -simbólicas flores de aroma ideal-, / blancas como el alma de las madres buenas…” como el alma de las madres buenas Jenny Polanco, Sandra Santos, Elsy Haché, Mary Loly Pérez y otras tantas quienes serán recordadas por siempre en agradecimiento a los aportes que hicieron al país. ¡Descansen en paz! Amén.

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