¿Podrán conciliar el sueño aquellos que, con responsabilidades de Estado, observan cómo por su indolencia, ineptitud y prepotencia más de mil dominicanos han muerto por falta de atención médica adecuada al COVID-19?
El terrorífico drama de las decenas depersonas que están muriendo diariamente, incluso familias completas,afectadas por la covid-19, obliga a las autoridades a evaluar la metodología aplicada para controlar el virus y reorganizar el sistema sanitario que, como percibe y opina el pueblo, no funciona ni suple las necesidades de salud.
A quien le duela la gente de este país debe, protegido del virus, acercarse a los hospitales, a los laboratorios públicos y privados y a algunas clínicas, como el Centro Médico UCE, para que vea la magnitud del drama que viven los dominicanos de todas las esferas sociales que han tenido la desgracia de ser atrapados por este peligroso mal.
En los hospitales, contrario a como informa el ministro de Salud Pública cada día, no hay camas para los pacientes de covi-19, especialmente si no tienen recursos económicos o una cuña que medie para ingresarlos.
Las camas están ocupadas. En los casos gravísimos que llegan a la Emergencia, los médicos que saben la gravedad de no auxiliar al paciente en estado crítico, lo sientan en una silla en esa misma área, si tienen suerte y encuentran desocupadas, en una camilla. Así han muerto muchas personas por alegada falta de UCIS, camas y equipos de respiración.
Las estremecedoras situaciones sufridas por la población por las falencias del Sistema de Salud frente a este virus, incluso familias adineradas que pueden pagar un área aislada en una clínica, ha generado el reclamo de que se investigue el manejo y destino dado a los recursos dispuestos para la contingencia de la pandemia yla actitud displicente de algunos de los integrantes de la Comisión designada por el presidente Danilo Medina para dirigir esas tareas.
El derecho a la salud es uno de los derechos fundamentales de la persona humana, reconocido constitucionalmente en la República Dominicana, por tanto, se infiere es responsabilidad indelegable del Estado garantizar a todos los ciudadanos sin distinción ni discriminación el acceso a los servicios médicos.
Es penoso ver la gente cayendo muerta mientras hay funcionarios actuales y exfuncionarios de pasados gobiernos que se enriquecieron con recursos que debieron ser invertidos en establecer un sistema de salud eficiente, moderno, científico y adecuado al perfil epidemiológico de la población.
La indisciplina ciudadana frente a la pandemia se debe a la ignorancia de un país que ha perdido su esencia a consecuencia de las conductas inmorales de los grupos políticos corruptos que lo han dirigido en base a fomentar y proteger la corrupción, el clientelismo, la mentira, el robo y la inmoralidad.
Se impone encauzar la nación por un rumbo de dignidad, autoridad democrática y compromiso con la honestidad, la moral y el bien hacer y actuar en beneficio de todo el pueblo. ¡Justicia y nada más!