Un fraude no probado sirvió para la usurpación del poder en Bolivia
Comparto y les invito a leer el siguiente artículo escrito por Luis Carvajal sobre el recién pasado proceso electoral en Bolivia.
El contundente triunfo del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia implica múltiples lecciones y obliga a necesarias observaciones y reflexiones políticas.
El 20 de octubre de 2019, a las 11:45 p.m., habiéndose contado el 83,76% de las actas, Evo Morales acumulaba 46,4% y Carlos Mesa 37,2. Aunque el MAS encabezaba la votación, la diferencia era de 9.2%, faltando apenas 0.8% de votos para evitar una segunda vuelta, de acuerdo a la legislación electoral boliviana.
Cuando el Tribunal Electoral de Bolivia completó el 100% de los votos, Evo Morales había obtenido 47,08%, Carlos Mesa 36,51%, para una diferencia de 10.57% garantizando el triunfo en primera vuelta del candidato del MAS.
¡Fraude! Proclamó la oposición. ¡Fraude! Repitió la OEA. ¡Fraude! Constataron los diarios, las multinacionales de la comunicación y los gobiernos de derecha. Fraude como validación al golpe de Estado. Fraude para justificar la represión masiva a la ciudadanía, la persecución y el maltrato al presidente Evo y a funcionarios electos y nombrados.
Fraude proclamado a pesar de las instituciones académicas y los veedores independientes que desmintieron las irregularidades y trampas denunciadas.
Cuando el día 21 de octubre de 2020 se había contado el 84.4%, el MAS registraba 52,8% y Comunidad Ciudadana el 30.3%, seguidos por Creemos, con el 15,7% de los votos. Al totalizar el 100 por ciento, Arce contaba con el 55.10%, una variación de 2.3 por ciento. Si se compara con la variación “sospechosa de fraude” en 2019, de apenas 1.2%, se trata de un incremento consistente, normal y previsible.
Un fraude no probado sirvió para la comprobada usurpación del poder en Bolivia y para iniciar a marcha forzada y sin legitimación política un proceso de privatización, imposición de políticas económicas neoliberales y abandono de políticas sociales en el área de la salud, la participación comunitaria y la igualdad en el marco del Estado Plurinacional de Bolivia, ampliamente resistido por el pueblo boliviano.
Un elemento a destacar es la cantidad de mujeres electas en el Congreso Nacional: 20 de 36 escaños senatoriales, equivalentes al 56%; en la Cámara de Diputados habrá 62 diputadas de los 130 escaños disponibles, lo que representa el 48 por ciento de presencia femenina.
Esta significativa presencia femenina es producto de las profundas reformas en la Constitución y en las leyes de Bolivia y refleja las luchas acumuladas por las mujeres en una sociedad de raigambre machista y excluyente en la que todavía persisten asimetrías notorias.
La resistencia al golpe y a las políticas neoliberales, las grandes movilizaciones y la organización del proceso para restaurar la democracia en Bolivia contaron con el protagonismo de las mujeres bolivianas que constituyen el 61 por ciento de las víctimas directas de la represión: golpes, encarcelamientos, persecución y asesinatos políticos.
¡Viva Bolivia! ¡CARAJO!