En esta lucha, las mujeres son jefas de Estado o gobierno en 22 países
En este 8 de marzo, las dominicanas, particularmente las que cargan la pobreza extrema, inclinadas a pagar con la propia vida el precio de la desprotección social y económica, claman ante los legisladores, el Gobierno y los poderes fácticos la despenalización de las tres causales en el Código Penal que, en vez de condenarlas, debe liberarlas de la muerte por aborto.
La demanda de la despenalización del aborto por las tres causales ha sido asumida por el movimiento feminista dado que las mujeres en condiciones de vulnerabilidad están a expensas someterse a un aborto en condiciones peligrosas, por una enfermedad o porque no desee incubar un embarazo de una violación, entre otras circunstancias que pueda enfrentarse.
Aprobar las tres causales es un acto misericordioso para proteger las vidas de miles de mujeres fustigadas por las inequidades y las injusticias sociales, humanas y culturales.
En esa lucha eterna, las mujeres son jefas de Estado o gobierno en 22 países, sin embargo, el 24,9 % de los legisladores nacionales son mujeres, sus posibilidades de participación en los asuntos de sus países son tan limitadas que, de acuerdo del capítulo ONU Mujeres de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la igualdad de género entre jefas y jefes de gobierno tardará otros 130 años.
En el estado que la pandemia ha colocado al mundo y en esta República Dominicana, las mujeres no descontinuaron sus tareas de cuidado a los integrantes de la familia ni a los miembros de las comunidades afectados por el virus maléfico que ha ocasionado la muerte a 2.57 millones de personas.
Las dominicanas del campo y las ciudades; jóvenes, mayores y ancianas, no han desamparado a sus hijos ni a sus amigos, parientes, vecinos o conocidos que las necesitaron cuando estuvieron confinados por la enfermedad y nadie podía ayudarles. Ellas arriesgaban su seguridad proveyéndole la alimentación, cuidado y aseo sin pensar en que podían contagiarse y hasta morir. Demostraron fuerza, vocación y temple ante las fatalidades.
Acostumbradas a lidiar con las adversidades, las mujeres han desarrollado el sentido de la intuición que les permite actuar frente al peligro y al mismo tiempo descubrir formas para cuidarse y cuidar a los demás, esta es una de las capacidades más útiles que han desarrollado en su lucha por la igualdad.
Un análisis de Diariofarma indica que han fallecido 1,20 mujeres por cada 100 mil mujeres y 2.25 hombres por cada 100 mil hombres, lo que evidencia que el coronavirus tiene un riesgo de fallecimiento del 87.8% superior en hombres, rango que se eleva hasta un 125% más en mayores de 60 años.
Las mujeres están en la primera trinchera del frente en la batalla contra la Covid-19 trabajando en el sector salud como médicas, enfermeras, cuidadoras y en labores científicas buscando las alternativas de solución al problema, sin embargo, ganan un 11% menos globalmente en comparación con los homólogos masculinos.
Como demuestra un análisis de equipos de trabajo de ONU-Mujer sobre la Covid-19 en 87 países, solamente el 3,5 por ciento de estos tenían paridad de género.
¡Qué destino el de las mujeres! Luchando por zafarse de la opresión y buscando la igualdad continúan haciendo sus aportes, invisibles a la economía e ignoradas por políticas públicas que maquillan realidades sin tocar las causas a pesar de la grandilocuencia de los discursos en cada ocho de marzo.