¿Les digo algo?

¿Les digo algo?

Nexcy d’León

Cuando una mujer es violada, generalmente no será la última

La nación está atenta al accionar de las instituciones, al cumplimiento de las promesas electorales, a la entrega de las prestaciones a los trabajadores y empleados cancelados, a las investigaciones y los sometimientos por los actos de corrupción de los gobiernos peledeístas, a las invasiones y desalojos, a las acusaciones de acoso sexual, a las alzas de los artículos de primera necesidad, al manejo de la pandemia y los despedidos públicos, entre otros asuntos de fácil volatilidad sociopolítica.

El actual panorama ha llevado a las feministas y las organizaciones que luchan por el reconocimiento de los derechos de la mujer en todas las esferas sociales a montar un campamento frente al Palacio Nacional, porque las nuevas autoridades quieren rehuir el compromiso que habían hecho de incluir en el Código Penal la despenalización del aborto en las tres causales.

El presidente Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno (PRM), los partidos y los políticos deben entender que el pueblo dominicano ha aprendido en tantos años de lucha por lograr crear un verdadero país democrático qué es un Estado, a quiénes se debe y cuáles son sus funciones. Después de todas las vidas ofrendadas para lograr crear esas bases no permitirá que los quienes han sido elegidos para dirigirlo no ejerzan esas funciones en beneficio de la ciudadanía y del país.

Los trabajadores, los campesinos, las mujeres, los profesionales y la mayoría del pueblo en general poseen una indoblegable vocación democrática que hizo y hará a muchos de esos sectores ofrendarse e inmolarse para que haya justicia, trabajo, pan, educación, salud, vivienda y patria soberana.

La demanda de las tres causales de despenalización del aborto levantada por las mujeres y el Movimiento Feminista, procura evitar la muerte de mujeres que todavía, después de tantos años de lucha por una vida mejor, la sociedad y el Estado no protegen ni les garantizan los medios que les permitan vivir dignamente como corresponde a la persona humana, por lo que el pueblo lleva decenas de años exigiendo que hagan quienes han dirigido el país.

La pobreza es un círculo vicioso en el cual, a quienes tienen la desgracia de pertenecer, y conste es casi la totalidad del pueblo, los males se multiplican y crecen de manera continua: cuando una mujer es violada, generalmente no lo será la última vez. Si se embaraza en los estupros serán niños pobres, sin padres y una madre sumergida con ellos en el pozo de donde ni la sociedad ni el Estado la ayudan a salir.

Ante un embarazo que amenace la vida de la madre o donde se verifica la inviabilidad del producto, la mujer tiene el derecho a decidir si asume o no lo riesgos que implica.

La naturaleza humana tiene múltiples componentes que cuando se manifiestan en las mujeres pobres ésta se ve compelida a buscar los medios de evitar hundirse más en el pozo profundo de la angustia y la pobreza, recurriendo al aborto en condiciones insanas en la que miles mueren sin encontrar la mano amiga del Estado ni de la sociedad.

Lo humano y socialmente correcto es que el Estado auxilie y proteja a la ciudadanía e impedir que las situaciones injustas se multipliquen y salgan y se validen en la legislación.