Lo peor del proceso de covid-19 es cuando el paciente se complica
En los actuales momentos incontables familias están viviendo la experiencia más terrible que puede acontecer desde el año pasado: haberse contagiado con el virus de la Covid-19 o tener un pariente afectado por esa enfermedad.
Cualquiera de los casos es horrible desde todos los puntos de vista. Si el infectado es la misma persona, inmediatamente se siente sobrecogido por la carga negativa que conlleva el maléfico virus que ha cobrado la vida a 3 mil 700 dominicanos y a 3.74 millones de personas en el mundo, y no sabe cómo le puede ir a ella ante tales cifras.
Cuando alguien se infecta con la Covid genera un proceso que empieza con el impacto psicológico del paciente tras asimilar la situación de su salud, entra en pánico cuando se entera de que las Administradoras de Riesgos de Salud (ARS) no cubren las incidencias de la enfermedad y ni siquiera el Estado, invocando su autoridad y con justo criterio, se ha atrevido a establecer como sufragar la enfermedad, beneficiando a las aseguradoras.
La existencia del Sistema Dominicano de Seguridad Social no exime al Estado de la responsabilidad constitucional de garantizar a los ciudadanos los derechos fundamentales, entre ellos la salud. Antes bien, la legislación que le da vida reafirma la obligación del Gobierno de velar por la efectividad de ese derecho fundamental.
Tras el shock que le produce al paciente enterarse de que las pruebas diagnósticas, estudios, analíticas, avituallamientos sanitarios e internamiento no son cubiertos por las aseguradoras, el paciente empieza un peregrinar por hospitales, clínicas y laboratorios para someterse a las pruebas sea pagándola de su bolsillo o asistiendo a un puesto de vacunación móvil instalado por el Ministerio de Salud Pública.
En este proceso el paciente es acompañado por un familiar cercano que generalmente es un hijo@, la madre, hermana o nieta que se encarga de ayudarlo a moverse y trasladarse de un lugar a otro mientras siente que sucumbe al dolor corporal, la tos, la fiebre, la angustiante falta de aire y otras molestias típicas del virus.
Lo peor del proceso de la Covid19 es cuando el paciente se complica: la neumonía agravada le provoca una insuficiencia respiratoria que obliga a llevarlo al hospital o la clínica donde la situación se convierte en agonía y desesperación para él y la familia. Sobreviva o muera, el monto a pagar es enorme y, generalmente, carecen de dinero y los seguros no les respaldan.
En este rebrote está ocurriendo que los mismos médicos sugieren a los familiares suministrar a las personas contagiadas los medicamentos indicados para el mal por las autoridades y todos los demás remedios que la población utiliza para contrarrestarlo, “hay que evitar la complicación del cuadro, no hay UCI, no hay aparatos para intubar, no hay camas, no hay médicos suficientes, la salida es que no haya complicaciones” dicen los médicos públicos y privados.
En medio de la desoladora inseguridad, el miedo a la complicación que le lleve a un hospital o una clínica donde los médicos atienden a los enfermos sin acercarse. Han fallecido cientos de personas que semanas antes estaban robustas y fuertes, pero sucumbieron pocos días después de haber contraído el virus.
La peor enfermedad es el colapso del Sistema de Seguridad Social por la absoluta irresponsabilidad y ambición sin límites de las Aseguradoras de Riesgos de Salud, que han resultado disfuncionales e inútiles en medio de la pandemia y que deberán ser extirpadas para que la salud siga siendo un derecho fundamental como dice y manda la Constitución de la República Dominicana.