Desde la lógica clientelar de la política, el presidente Luis Abinader Corona se encuentra frente a un problema importante para el futuro electoral del Partido Revolucionario Moderno (PRM): los militantes que esperan impacientes ser empleados en la Administración Pública como les fue prometido cuando estaban reclutando adeptos y en la campaña electoral.
La fuente de este problema, que la dirigencia perremeísta también espera que el presidente resuelva, es la falta de empleos que ha convertido al dominicano en presa del abuso político y social. Un puesto que permita un salario es el milagro más pedido a Dios y a los políticos con posibilidades de llegar a la presidencia, las alcaldías o al Congreso.
Al Gobierno le ha sido difícil cambiar los empleados y trabajadores de las instituciones públicas como esperaban la dirigencia y militancia del PRM debido a que el país ha creado una cultura de derechos que la sociedad ha estructurado y normado con las luchas libradas contra las inequidades y las injusticias sociales.
El discurso del presidente disgustó a muchos dirigentes de las bases de la organización, quienes no se atreven a presentarse ante los compañeros que están reclamando que se les cumpla lo que se les prometió por ayudarlos a subir las escalinatas del Palacio Nacional.
Los dirigentes esperaban el miércoles que Abinader anunciara algunas medidas para tranquilizar las bases que están esperando “su empleo” e incluso amenazan con que “si no se hace realidad la promesa no cuenten con ellos”. Cuando el presidente refirió en su discurso que creará un millón de nuevos empleos los perremeístas deseaban que añadiera que lo haría para cumplir la promesa de trabajo que se hizo a la gente.