Después de cinco años de espera la sociedad quedó con la sensación de que falta mucho, muchísimo para que se haga justicia en el caso Odebrecht.
Dos imparables en 14 turnos es un desempeño mediocre para cualquier bateador. La Justicia dominicana ha jugado muy mal cuando ha juzgado peor un caso que pudo servir para reivindicarse.
La sensación generalizada es que el juego estuvo vendido desde que se discutieron las reglas del terreno y la Fiscalía escogió los jugadores de ambos equipos dando las señas al equipo de los acusados, impidiendo, por tanto, el juego fuese limpio.
La Justicia, impedida de ser justa al juzgar la corrupción porque el sistema corrupto corrompió previamente todo el engranaje que debía juzgarlo, falló al fallar en condiciones inicuas.
Por lo visto, hace falta mucho más que una Fiscalía independiente para garantizar que la Justicia sea realmente justa e independiente. Hay que refundar y sanear las altas cortes, limpiar el aparato judicial, el personal y los procedimientos que hicieron posible que se extraviaran partes nodales de los expedientes, que lo obvio fuera excluido y que las culpabilidades admitidas como chantaje sirvieran para chantajear a acusadores más culpables que los propios acusados.
El hambre de justicia no ha sido saciada todavía. Esperamos por más, por mucho más.
¡Así sea!