El acoso y deportación ordenada por las autoridades contra las madres embarazadas y enfermos haitianos que buscan asistencia en los hospitales del país no aborda el problema real, además son inhumanos y violatorios de convenios internacionales vinculantes de derechos humanos firmados por el país.
Las degradantes escenas de agentes de la Dirección de Migración capturando madres haitianas en avanzado estado de embarazo deterioran la imagen del país y de las actuales autoridades que el pueblo considera elitistas y clasistas.
Es necesario, ante la difícil y compleja situación de nuestro inevitable vecino, un periodismo comprometido con la verdad y la justicia, que no incentive animadversión ni odio al orientar a la población y que, al margen de su propia convicción, no agregue leña a un fuego salido de control.
La situación haitiana es grave y se tensiona al máximo con las bandas dirigidas por individuos apoyados por autoridades y empresarios de ese país que, de una manera u otra, los protegen y se benefician del caos, el desasosiego y el pánico en esa nación.
Victimizar aún más a las víctimas no aporta nada a la solución de la crisis haitiana y sus efectos lesivos a nuestro país.
Urge cambiar la estrategia de manejo del problema migratorio agravado por los conflictos internos en Haití.