La gente se preguntaba a qué se podría referir el presidente Luis Abinader en su discurso de rendición de cuentas ante las cámaras legislativas que no fueran las medidas y proyectos que ha iniciado en sus 18 meses de gestión y el manejo de la crisis derivada de la guerra , algunos de los cuales han sido criticados y rechazados por contravenir el orden legal y hasta la Constitución de la República.

Cierto es que el mandatario ha tenido la entereza de volver sobre sus pasos deteniendo la ejecución de las medidas y proyectos rechazados por la población consciente de que, quien gobierna democráticamente un país, debe supeditar sus actuaciones a los mandatos de la Constitución y las leyes.

El presidente, comprometido con la prosperidad de un país y el bienestar de sus habitantes, debe advertir a los funcionarios que fundamenten su gestión en el apego irrestricto al interés nacional y el respeto a las leyes y a las normas que rigen las actividades del Estado.

La rendición de cuentas marca un nuevo punto de partida, si Luis Abinader no quiere que sus medidas sean cuestionadas y rechazadas, tiene que recordar que aquí la corrupción campea y el contubernio es más fuerte que la responsabilidad social de los individuos y las instituciones. Jamás debe aprobar un proyecto de desarrollo o una medida económica sin asegurarse de su legalidad, su transparencia y su pertinencia social y ambiental.