La frase “el agua es vida” es mucho más que un cliché repetido como un mantra por políticos, académicos, empresarios, ambientalistas y por ciudadanos de todos los estratos sociales. Las más impresionantes movilizaciones sociales se han generado para enfrentar las amenazas y el menoscabo de este recurso estratégico para la supervivencia y el desarrollo del país. El documento del obispo y 32 sacerdotes de San Juan en oposición al proyecto de conversión de la Región del Valle en distrito minero forma parte del esfuerzo social en defensa del agua.
Motivados por el papa Francisco y su encíclica Laudato Si, los religiosos de tres provincias cuya suerte depende de las aguas se han sumado a los grupos locales de agricultores, empresarios, activistas sociales, académicos, territoriales, culturales y deportivos que rechazan la explotación de las numerosas concesiones mineras que atraviesan la totalidad de los cursos de agua y, particularmente, de la que daría inicio a los macroproyectos mineros en la región, el proyecto Romero de la empresa canadiense Gold Quest.
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No es la primera, y seguro no será la última, confrontación entre el sector minero y la población. Si bien es cierto que el país requiere aprovechar al máximo y de la mejor manera todos sus recursos, incluyendo os de la corteza terrestre, es imperativo ordenar el territorio en función de sus capacidades y sus fragilidades, siendo el agua el eje estratégico central de las políticas públicas y del uso del territorio.
El agua es el recurso más necesario, valioso y frágil. ¡Defendamos el agua por la vida, con la vida si es preciso!