¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

Nexcy D´León

La situación de Haití se agrava, la población ansiosa por salir del desastre en que se encuentra intenta cambiar las condiciones que la oprimen por otras que le permitan generar el sustento, la paz y la prosperidad. Sin embargo, ese deseo se dificulta sin alguien capaz de dirigir el proceso necesario para materializarlo.

La crisis haitiana es continuación del caos iniciado en 1957 por la dictadura de los Duvalier, padre e hijo, que gobernaron por 29 años, dejando ese Estado en condiciones de colapso institucional, marcado por los crímenes producidos por los remanentes del ejército de mercenarios delincuentes los Tontóns Macoutes, los tejes manejes de la oligarquía nativa y la complacencia del Gobierno estadounidense.

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En esos años había una tenue diferencia respecto al momento actual: los haitianos tenían esperanza de que la situación diera un giro favorable con algunos dirigentes con incidencia social, contrario a ahora, que impera un vacío político y falta de liderazgo promovido por la injerencia extranjera que se encargó de inhabilitar al último de los genuinos líderes del país, Jean Bertrand Arístide. ¿Se producirá el milagro que haga reaccionar al pueblo haitiano, como otrora cuando se levantó rompiendo las cadenas de la esclavitud, para establecer el orden democrático que necesita para la paz y el progreso?

Lo real es que, a pesar de las múltiples voces que claman por una intervención, solo la lucha decidida y frontal de la propia población puede iniciar el difícil, largo, costoso y peligroso proceso de construcción de la paz, el progreso y la felicidad que procura y merece el pueblo haitiano.