Las dominicanas no están dispuestas a permitir que se retroceda en lo poco que la nación ha avanzado en el reconocimiento de los derechos humanos de la mujer ni que los Gobiernos sigan burlándose de ellas y manipulándolas política y emocionalmente.
Tampoco dejarán que los representantes de la ultraderecha consideren que pueden atropellar a las dominicanas que se dedican a concienciar y educar a la población sobre las realidades y los hechos sociales y políticos que pesan sobre la conciencia colectiva para obstaculizar que todas y todos vivan y actúen libremente en el sistema democrático que ha sido establecido a base de lucha y sangre.
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Los sectores conservadores del país, animados por el eco de los movimientos antiderechos que se movilizan a nivel mundial, pretenden desarticular las instituciones creadas para promover el avance de las mujeres y la justicia social demandadas por las poblaciones más pobres.
Esos grupos, animados por individuos de mentalidades mezquinas y sentimientos primarios, se consideran castas especiales facultadas para decidir arbitrariamente qué es lo conveniente para la sociedad. Las acciones de los ultraconservadores pretenden revertir los avances logrados con las luchas feministas por la integración en las actividades sociales, políticas y culturales.
No, no lo conseguirán, las dominicanas juntas, unidas por la libertad, la equidad y la justicia social tienen la experiencia de Abril y el coraje necesario para impedir que esos intentos se materialicen.