¿Les digo algo?

¿Les digo algo?

“La libertad de expresión no vale nada sin la libertad de Pensamiento.”

José Luis Sampedro.

La mayoría de los dominicanos y dominicanas se sienten orgullosos de que el pueblo se levantara para restablecer el orden institucional perturbado con el derrocamiento del gobierno del profesor Juan Bosch legítimamente escogido en las primeras elecciones libres realizadas tras el ajusticiamiento del tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina.

Entre esos dominicanos estoy yo. Para esa época era una niña y me sentía fascinada y emocionada escuchando los relatos a mis familiares, amigos y vecinos de las hazañas de los y las combatientes en las trincheras y en los comandos instalados en la capital.

De mi pueblo, La Romana, participó mucha gente cercana; recuerdo a César Ávila (Seco), Vale Toño, Eduardo y Taito Put, el Haitianito, Chiry Stroffer, Manuel Lizardo, Danilo Richez, Johnny y Chio Gil Batlle, Pírico Romero, John Brea, el papá de las Batlle, entre otros héroes y heroínas admirados por los jóvenes romanenses de mi generación .

Mi amigo Daniel Morales recuerda de San Pedro de Macorís al comandante Pichirilo, Monchín Pinedo, Juan Figueroa, Carmen Mazara, El Moreno, Julio César Mota, Chichí González, Sócrates el Gordo, a los Dunkers y otros hombres y mujeres de la región Este que acudieron al llamado de la Patria y merecen nuestro reconocimiento.

Los trabajadores, especialmente los organizados en el Sindicato Unido de La Romana, al que estaban afiliados los obreros del departamento Eléctrico del Central Romana del que mi padre era el tesorero, colectaron dinero para enviarlo a los revolucionarios.

Mi papá y mi mamá no dormían pensando y comentando cómo se estaría desarrollando la contienda. Su angustia se acrecentó cuando interrumpieron la transmisión de las informaciones.

Entonces “Radio Bemba” entró en acción: la gente se enteraba de lo sucedido a través de los contactos que tenían los encargados de las ayudas, quienes de vez en cuando conseguían volantes o periódicos de los que circulaban en la capital insurrecta.

Esos mensajes estimulantes del desarrollo de la guerra y de las valerosas acciones y proezas de los y las combatientes se multiplicaban asombrosamente y no había nada que hicieran los comandantes y líderes de la Revolución de Abril que no se supiera.

Ni qué decir de las noticias sobre las actuaciones de los militares traidores a la patria, los nombres de Benoi, Wessin … eran pronunciados acompañados de maldiciones de quien los pronunciara; así han quedado para siempre.

Recuerdo la pena que causó a mi papá enterarse de la muerte de Pata Blanca, de Yolanda Guzmán, de Jack Viaux. En una ocasión papi se maldijo así mismo por estar enfermo y la familia no le permitió integrarse “porque en vez de ser útil iba a causar problemas” y hubo de conformarse con contribuir recogiendo los aportes que se colectaban.

La furia mayor la vivieron mis padres, sus amigos y todo el pueblo de La Romana cuando empezó a decirse que los norteamericanos vendrían a sofocar la guerra. Nunca he visto mayor indignación en la gente de mi pueblo como aquel aciago 28 de abril.

Un grupo de romanenses decidió unirse a la contienda pero algunos fueron detenidos en San Isidro, entre ellos Duarte Mejía; otros no pudieron pasar por los bloqueos y retenes y no lograron entrar a Santo Domingo.

Aniana Vargas me contó en una entrevista que el día 24 de abril de 1965 estaba cocinando cuando escuchó la voz de José Francisco Peña Gómez por Tribuna Democrática llamando al pueblo a lanzarse a las calles.

“-Me quité el delantal, apagué la estufa y salí tal cual estaba, en un instante pensé vendrá más gente y cuando miré para atrás venía un mar de gente que igual que yo iba bajando-”. Lo demás es historia patria.

¡Loor a las mujeres y los hombres que defendieron y defienden la Patria y sus valores!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas