Ayer domingo se cerró formalmente el jubileo de la Navidad. La tradición navideña y su proximidad con el advenimiento del Año Nuevo convoca a las familias, los colectivos y los individuos a compartir mesa, afectos y buenos deseos; dar y recibir felicitaciones, regalos y mensajes de paz; revisar logros y fracasos, asumir nuevas metas y compromisos, enderezar rumbos y redefinir destinos.
La humanidad es sacudida por guerras que provocan cada día la muerte de miles de personas, la destrucción de ciudades, el desplazamiento de poblaciones y la contaminación brutal e inútil del ambiente.
El actual modelo de desarrollo destruye ecosistemas, agota los recursos, calienta el planeta y provoca cambios en el clima que amenazan la supervivencia de la humanidad y plantea desafíos ineludibles e impostergables.
Los sectores de poder que controlan la economía global llevan a cabo una embestida inédita contra los derechos sociales y saturan las redes y los medios de comunicación con mensajes que satanizan las reivindicaciones de los sectores más vulnerables y promueven el individualismo hedonista mientras condenan la solidaridad y la búsqueda del bien común.
El Año Nuevo nos compromete a asumir el compromiso de confrontar las causas que impiden la prosperidad y provocan la infelicidad de la mayor parte de los habitantes del país y del mundo.
Nuestros deseos para todos son una convocatoria a continuar luchando para posibilitar UN FÉLIZ Y PROSPERO AÑO NUEVO.