¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

La libertad de Expresión no vale nada sin la libertad de Pensamiento.
José Luis Sampedro.

Mañana martes 9 de febrero se cumplen 50 años del ametrallamiento protagonizado por agentes de la Policía Nacional contra los estudiantes que marcharon al Palacio Nacional a solicitar la devolución de los planteles ocupados por las fuerzas interventoras que mancillaron la nación en el 1965 y el reconocimiento a las autoridades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Los jóvenes fueron alegres y optimistas, como asisten a las actividades donde participan sin pensar que el peligro acecha, actitud que expone a la juventud y responsabiliza a los mayores y especialmente a las autoridades, de velar por su seguridad y preservar sus vidas.

El 9 de febrero de 1966 aquí sucedió lo contrario y cientos de jóvenes entre los 12 a 20 años de edad, congregados frente al Palacio Nacional para pedir al presidente Héctor García Godoy que exigiera a las fuerzas invasoras la desocupación de las escuelas y mayor presupuesto para la UASD, entre otras reivindicaciones, fueron atacados inmisericordemente por la llamada fuerza del orden.

Allí estaban todos los representantes de las organizaciones estudiantiles de la educación intermedia, secundaria y universitaria en que se agrupaban los estudiantes: Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER), Bloque Revolucionario Universitario Cristiano (BRUC), Grupo Fragua, Frente Universitario Radical Revolucionario (FURR) y la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED) dirigida por Amín Abel Hasbún.

Juan Francisco Vargas, de ¡Que no se Repita! -Comité Permanente del 9 de Febrero-, participante en la masacrada protesta, sostiene que estando en la sala del Palacio Nacional donde los llevó el ministro de la Presidencia, Jaime Manuel Fernández, a esperar ser recibidos por García Godoy, vio, y así lo dijo a algunos de sus compañeros, en un salón contiguo, al grupo de militares genocidas que no querían que las fuerzas norteamericanas se fueran por temor, posición que enfrentaba los bandos militares afectados por los cambios originados con la revolución.

Cincuenta años después de este horrible crimen la sociedad dominicana y los que asistieron a la protesta no tienen una explicación cierta de qué pasó, pero lo atribuyen a la resistencia de los generales repudiados que, incluso se negaban a admitir que otros militares, como José de Jesús Morillo López, ocuparan los mandos de las entidades castrenses y del orden.

En diciembre los líderes habían conversado con García Godoy, le trataron la devolución de las escuelas y las demás demandas, sin ningún resultado, por lo que decidieron presionar para lograr los reclamos y en febrero marcharon al Palacio.

Los dirigentes estudiantiles, entre los que estaban hoy conocidos profesionales como Romeo Llinás, Benito Fernández, Rafael G. Santana, Pedro Díaz, Ramón Martí, Gustavo González, Nelson Moreno Ceballos, Jacobo Valdez Albizu, Diómedes Mercedes, Narciso González, entre otros y estudiantes del Colegio de la Salle que acudieron en solidaridad con sus compañeros de las escuelas públicas, como Rafael Valdez Albizu, Arístides Martínez, José Sosa Valentín, entre otros, han quedado como testigos de tan horrendo hecho.

Vargas recuerda que Amín Abel, viendo que la espera se alargaba, pidió a Llinás informar a los estudiantes que gestionaban ser recibidos por García Godoy. Rafael G.

Santana presentó a Llinás momento en que se produjo el ametrallamiento que cortó las vidas de Antonio Santos Méndez, Miguel Tolentino, Luis Jiménez Mella y posteriormente la de Altagracia Amelia Ricart Calventi, acaecida el 3 de marzo en San Antonio, Texas, donde fue trasladada a un hospital por los interventores y quedaron en sillas de ruedas los jóvenes heridos gravemente Brunilda Amaral y Antonio (Tony) Pérez.

¡Que no se Repita!, -Comité Permanente 9 de Febrero-, auspicia esta semana diversos actos en homenaje a los jóvenes caídos y para recordar los hechos como forma de concienciar a las nuevas generaciones de lo nefasto que es para una nación perder sus libertades.

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