Al fin se produjo en el país el primer ensayo de debates entre candidatos electorales que incluyó la primera confrontación directa de aspirantes a la presidencia de la República.
Cuando comenzó la moda de los debates en los Estados Unidos, aquí, que todo se copia, la prensa, los sectores empresariales y gran parte de los ciudadanos querían que los candidatos a puestos electivos debatieran sus ideas y propuestas de soluciones a los problemas nacionales, pero nunca se pudo armar.
De debates públicos, la historia recoge como tal, el escenificado entre el profesor Juan Bosch y el padre Láutico García, quien acusaba al líder del entonces Partido Revolucionario Dominicano (PRD) de ser comunista.
Se dice que en el debate entre Juan Bosch y Láutico García, el profesor le torció el brazo al sacerdote ultraconservador, pese a ser un ducho filósofo.
El demandado debate de los candidatos a la presidencia de la República y a puestos legislativos, que no se había incorporado hasta ahora en la cultura electoral dominicana, se dio y la sangre no llegó al rio.
La ciudadanía necesita conocer las visiones y propuestas de quienes pretenden dirigir los municipios, legislar y fiscalizar o administrar el estado.
Cierto que siguen primando las poses, la demagogia y los vacíos, pero se trata de un paso de avance que debe institucionalizarse e incluir a todos.