Las mujeres latinoamericanas, caribeñas y de otras muchas naciones que luchan por la justicia social, política, económica y de género están contentas con la elección de Claudia Sheinbaum para dirigir la república mexicana, país cuyas ciudadanas han sido de las primeras en actuar para derribar las trabas patriarcales.
Sheinbaum es de las latinoamericanas que entendió que haber nacido en una sociedad en que las mujeres, aunque fueran sobresalientes en el hogar, la escuela y la comunidad, eran relegadas por ser mujeres, condición que justificaba ser tratada injustamente con relación a los privilegios concedidos a los varones.
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En LA las mujeres han conseguido ser sujeto de derechos producto de su resistencia, de sus potencialidades y capacidad de posicionarse en funciones laborales y políticas. La lista de las que han sido escogidas presidentas ya supera las ocho: Violeta Chamorro, Mireya Moscoso, Xiomara Castro, Michel Bachelet, Cristina Fernández, Laura Chinchilla, Dilma Rousseff compitieron en sus países frente a hombres con experiencia y los atributos patriarcales. Otras seis como María Estela Martínez Perón, Lidia Gueiler Tejada, Rosalía Arteaga, Jeanine Añez, Dina Boluarte y Claudia Rodríguez dirigieron Argentina, Ecuador, Perú, El Salvador, no mediante elecciones, sino en situaciones coyunturales que las llevaron a ocupar la presidencia hasta por uno o dos días, lo importante es que lo hicieron y demostraron que las mujeres tienen tantas capacidades para gobernar tan bien o tan mal como los hombres. Claudia Sheinbaum merece que durante su mandato presidencial se le permita gobernar México como está establecido y que no se trate de descalificarla ni de tenderle trampas políticas como se hizo a Dilma Rousseff en Brasil.